Decía el filósofo estadounidense Richard Rorty que el sentimiento de solidaridad se fortalece cuando aquel con el que lo expresamos es "uno de los nuestros". Esta reflexión tan sencilla podría servir para explicar muchas de las sensaciones que produce Un dios que ya no ampara, el cortometraje basado en relatos del periodista y escritor Miguel Mena sobre su propia experiencia vital ante la enfermedad de su hijo Daniel, que sufre el síndrome de Angelman. El documental, dirigido por Gaizka Urresti y protagonizado por el propio Mena --Juan Aguirre ha puesto la música--, es un festival para los sentimientos.

Se trata de un relato descarnado pero seco, hecho a la medida de la realidad que aborda, y que dista mucho de reclamar lástima por la vía facilona. Una obra de arte que ya ha recibido varios galardones y que el próximo día 13 aspira a ganar el Goya de su categoría.

Rorty, al igual que su compatriota Wilfrid Sellars, consideraba que la solidaridad es una convicción que debe ser construida, que no tiene nada que ver con la esencia humana ni es algo que uno se encuentra en su interior como si fuera un regalo sorpresa. Ni viene de serie ni cae del cielo y, además, es un concepto dinámico, que puede progresar con el paso del tiempo.

Ambos pensadores, que siempre reivindicaron la fuerza del lenguaje, decían que la sensibilidad se desarrolla especialmente gracias a la literatura y la poesía. Es por ahí por donde, estaban convencidos, aumenta nuestra capacidad de comprensión del mundo y facilita nuestras empatías. El documental de Urresti les da la razón por completo. Después de todo se trata de una creación literaria --en este caso expuesta con imágenes-- que provoca a quien lo ve muchas reflexiones y también un claro compromiso.

Es muy difícil que en los libros figure el tipo de respuesta sobre la discapacidad mental de su hijo que busca Miguel Mena en su caminata hasta la cumbre del Moncayo, pero el relato de su experiencia, así como la del resto de testimonios de padres que se escuchan en el corto, sí nos ayuda a comprobar por qué Miguel, Mercedes, Daniel, el resto de alumnos del colegio Alborada de Zaragoza, y también de todos los centros de educación especial, son uno de los nuestros. Periodista