Ikram Benhadi, la joven marroquí que en diciembre del 2014 fue detenida en la capital aragonesa como responsable de la muerte de dos de sus niñas y de haberlo intentado con una tercera, pasará un largo tiempo en prisión. El Tribunal Supremo acaba de confirmar la pena de 18 años de prisión que le impuso la Audiencia de Zaragoza en el 2016.

Benhadi se enfrentó inicialmente a una pena de 55 años, si bien el tribunal provincial redujo la cantidad porque aunque vieron indicios que apoyarían la «posibilidad, incluso la probabilidad» de que cometiese los tres delitos, no hay pruebas definitivas salvo en el tercer caso. A pesar de ello, los abogados defensores de la joven, Eladio Mateo y Pedro Pascual, decidieron recurrir el fallo.

El autor de la sentencia del Alto Tribunal, Antonio del Moral, valora la «minuciosidad hasta la exhaustividad» de la argumentación de estos abogados, pero rechaza que durante el juicio no se hubieran respetado el principio de presunción de inocencia de su cliente, así como su derecho a una tutela judicial efectiva. Aunque la defensa incidió en la posibilidad de la muerte súbita, el Supremo valora el testimonio de los especialistas del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA), Salvador Baena y Eduardo Cantón, quienes espetaron: «En mi vida he visto un pulmón así, con tal impronta de las costillas en el pulmón reveladoras de la agonía y del intento del lactante por intentar respirar».

Resaltan que la prueba practicada fue correcta, apoyándose también declaraciones de los sanitarios que la atendieron y de su esposo Mimoun, así como el testimonio de una mediadora cultural en relación a unos supuestos espíritus malignos o Djinn que la madre le decía ver en sus hijos. El Grupo de Homicidios de la Policía destacó en su investigación que esta mujer practicaba un rito bereber como forma de exorcismo,

INQUIETUD

Ante lo excepcional del caso, los magistrados del Alto Tribunal no pueden evitar señalar que subsiste una «incógnita inquietante», los pensamientos o ideas que llevaron a la procesada a llevar a cabo esa «incomprensible acción sobre su hija». «Los informes psicológicos, antropológicos o psiquiátricos han mostrado la más absoluta incapacidad de arrojar luz clara sobre ese extremo, rodeado de un halo de misterio y alimentado por los antecedentes similares de sus dos hermanas», afirman, a la vez que resaltan que la «incógnita» sobre los motivos de la acusada al provocar la muerte de su hija no «enturbia» la certeza de que fue ella la causante.

La muerte de la primera bebé, Sara, fue interpretada por el forense como natural y no requirió una autopsia, pero los continuos ingresos hospitalarios de la segunda hija, Riham, con síntomas de asfixia motivaron la decisión judicial de practicar una autopsia a la tercera, Marwa.

Los episodios de asfixia se produjeron tanto cuando las niñas estaban a solas con Ikram Benhadi como cuando estaban presentes su esposo o su suegra Najma. Eran siempre tras darles de lactar, por lo que ella siempre se apoyó en una muerte natural.