«Ante todo era una excelente persona, tenía la firme convicción de que dialogando la gente podía entenderse». El que habla es Antonio Pérez Lasheras, profesor universitario y amigo de Gastón quien ayer decía que «es una de esas personas sin las cuales no podemos entender Aragón tal y como es hoy» y daba una clave que deja bien claro cómo era: «Dejó a una generación muy preparada, el había vivido el franquismo y sabía que tenía que dejar un panorama mejor al anterior» y en ese empeñó hay que calificar también su labor como escritor.

En ese sentido, el editor entonces Nacho Escuín (actual director general de Cultura del Gobierno de Aragón) lo calificó como «el padre de una generación (la Niké) que supo transmitir a todos la pasión por la poesía. Escuín «tuvo la suerte de conocerlo» en su faceta de editor (publicó dos volúmenes de El despertar del hombre selva) y como realizador de un documental sobre Niké. «Es parte de una generación excepcional -indicó Escuín. Ellos cuando no había libertad para decir las cosas fueron capaces de crear una Oficina Poética Internacional y convertir a Zaragoza en foco de poetas».

«PERSONA HONESTA Y CABAL»

Para Ángel Petisme, Gastón era «uno de esos aragoneses que no deberían irse nunca, un espejo para todos nosotros. Si algo le caracterizaba era su vitalidad, su entusiasmo y sus ganas de vivir. Como escritor era un grandísimo poeta, con una capacidad comunicativa maravillosa, y una persona honesta y cabal». También el cantautor Joaquín Carbonell recordaba ayer en Facebook anécdotas personales del buen humor de quien fue referente para una geneación posterior de artistas.

El asesor jefe del Justicia de Aragón en la época de Gastón, Miguel Ángel Aragüés, recordó los «cinco maravillosos años» que pasó trabajando codo con codo con el fallecido. Lo hacía desde el hospital, adonde iba a verlo cuando le comunicaron el deceso. «A Emilio lo conocía inicialmente de oídas, como poeta y diputado del PSA. Le tenía como una persona comprometida. Luego ya lo conocí como abogado en el Colegio -Aragüés se jubiló recientemente como gerente del colegio de Zaragoza-, y le postulamos como decano». No ganó, y a la postre fue una suerte para él. «Como Justicia fui asesor jefe durante cinco maravillosos años, en los que montamos una institución que partía con un despacho vacío, con una silla en la que ya había seis quejas antes de empezar». Durante esos cinco años pudo «disfrutar del poeta, el profesional y el ser humano. Emilio era humanidad y carisma. Cuando te decía amigo y te abrazaba, se te pasaba todo», recordó. El profesor de Derecho Constituciona, Enrique Cebrián Zazurca, destacó que «fue un hombre que trabajó toda su vida en defensa de la libertad, la democracia, los derechos humanos y la solidaridad con los más débiles. En defensa de la poesía, la cultura, la belleza y la alegría».