Un testigo protegido dio ayer un vuelco a la tercera y última sesión del juicio celebrado en la Audiencia de Huesca contra cinco personas de etnia gitana acusadas de dar una paliza al dueño del bar La Luna, situado en la zona de El Tubo, y que quedó incapacitado como consecuencia de las lesiones, sufridas la madrugada del 22 de julio del 2013.

La testigo manifestó ante el tribunal que no tenía ninguna duda de que tres de los acusados se hallaban en el interior del local cuando se produjo el altercado y que vio a dos de ellos golpeando a la víctima. Del tercer identificado afirmó que formaba parte del grupo de agresores. En la misma sesión, otro testigo aseguró haber oído a uno de los presuntos autores cuando le manifestaba a otro, muy alterado: «Lo mato, lo mato».

Estos dos testimonios rompieron la tendencia registrada hasta anteayer en la vista, en la que nadie podía identificar a los agresores con seguridad.

Aún así, las defensas no ven pruebas y piden la absolución, mientras las acusaciones mantuvieron los 11 años de cárcel y una indemnización conjunta de 600.000 euros a la víctima que pide el fiscal.