El texto es breve. "Hola. Con este programa puedo espiar el WhatsApp de quien quiera. Lo probé con mi novia... ¡Y funciona!". El SMS incluye un enlace a la web donde, en teoría, se puede descargar el programa espía. El usuario que, con su smartphone, se decide a entrar, cuando le da a ese botón lo que está haciendo realmente es abonarse a una cuenta de mensajes premium (de tarifa especial), en la que cada SMS recibido cuesta entre 1,5 y 7,2 euros.

Por desgracia, el timo del espionaje en WhatsApp no es el único intento de engaño que está llegando a los móviles, pues las ciberestafas han cambiado de plataforma y han pasado del ordenador a los teléfonos inteligentes.

"El delito informático se ha disparado en los móviles", asegura Deepak Daswani, director de operaciones del Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación (Inteco). Para el inspector Ignacio Sanjuán, responsable de Delitos Tecnológicos de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, el problema no es tanto el aumento como que los métodos de engaño se han trasladado de la computadora de sobremesa al pequeño ordenador que (casi) todo el mundo lleva encima, "y que se usa para todo menos para llamar".

ANTIVIRUS "La industria del código malicioso en móviles ha evolucionado mucho y ya funciona a toda máquina", explica Dani Creus, analista de seguridad de Kaspersky Lab. Los expertos, como el inspector Sanjuán, alertan de que pese a que cada vez más, el móvil se usa para todo lo que se utilizaba el ordenador --"lo usamos para buscar en Google, para aplicaciones de subastas on line, para las redes sociales..."--, pero no hemos cambiado la percepción del teléfono como una computadora.

"Cuando damos charlas de seguridad y preguntamos cuánta gente lleva un smartphone, casi todo el mundo levanta la mano", explica el inspector. "Cuando preguntamos quién tiene un antivirus instalado en el ordenador, lo mismo. Pero si se trata de tenerlo en el móvil, casi nadie lo ha protegido. Y es muy importante", asegura. "Hay que recordar que los hay gratuitos, descargables como aplicaciones", subraya.

"Cada día recibimos una media de 50 consultas de usuarios que han recibido un mensaje sospechoso y quieren saber si es un fraude", comenta Carlos Fernández Guerra, community manager del Cuerpo Nacional de Policía, cuya cuenta de Twitter (@policiaes) es un buen termómetro del ciberdelito.

INGENIERÍA SOCIAL Los cebos que lanzan los criminales son muy variados. Por ejemplo, un SMS o incluso mensajes de WhatsApp que avisan al usuario de que se le tiene que entregar un paquete y no se le localiza, o de que le ha tocado un smartphone y tiene que llamar a un número para concertar la entrega. Algunos incluso ofrecen servicios de tarot.

Es la llamada ingeniería social, es decir, la explotación de la curiosidad, la avaricia o el deseo de sexo de la gente, que pasa por encima de cualquier otra consideración tecnológica. "Hay uno que funciona mucho y que consiste en que una persona recibe este mensaje: Acabo de divorciarme y estoy destrozada. ¿Quedamos para hablar? Muchas mujeres, aunque no reconozcan el número, piensan que es de una vieja amiga y le responden para ser su paño de lágrimas. Algunos hombres contestan pues ven a una mujer desconsolada y creen que puede haber una oportunidad para una relación", explica Fernández Guerra.

Android, el sistema operativo móvil de Google, es la principal víctima de los ataques. "Es el nuevo Windows por sus problemas de seguridad, pero sobre todo por la política que tiene Google en su tienda oficial, que prefiere barrer el desierto en vez de poner filtros previos como hace Apple. En la tienda de Android, hasta que no se denuncian o detectan problemas no retiran la aplicación", explica Sergio de los Santos, analista de Eleven Paths, la empresa de seguridad de Telefónica.

Las apps falsas proliferan con todo tipo de reclamos. Las hay que prometen que verás desnudo a quien enfoques con la cámara, que podrás espiar a quien quieras en WhatsApp o que son linternas o salvapantallas que roban la base de datos de los contactos. O apps que prometen cosas que luego no se producen, como extras para juegos de moda, acceder a fotos de famosas o hacer de antivirus. Todo falso.

Funcionan hasta que salta la alarma y Google las retira, pero mientras alguien hace su agosto cobrando menos de un euro por cabeza gracias al aval de un montón de comentarios elogiosos de los propios delincuentes.

El inspector Sanjuán también alerta de algunas denuncias por presuntas descargas involuntarias que luego no son tales. "Ahora los niños manejan los teléfonos desde los cinco años, y los logotipos de los juegos son muy llamativos", apunta. Conviene desactivar el pago automático para que si los menores cogen el móvil no causen un agujero que pase desapercibido hasta que llegue la factura".