Cuando Pedro Santisteve tomó el bastón de mando de Zaragoza, el 13 de junio del 2015, declaró que comenzaba «una nueva era que necesita de la ilusión que la impulsa y con altura de miras pero mirando a todos». Lo siguiente que hizo fue bajar a la plaza del Pilar, donde cientos de personas aplaudían la llegada del llamado cambio. Desde entonces han pasado 1.095 días en los que Zaragoza en Común (ZeC) ha gobernado envuelto en la polémica y la crispación que han dejado en un segundo plano asuntos de gran relevancia como el saneamiento de las cuentas públicas, la cesión de la avenida Cataluña por parte de Fomento o la reforma del Mercado Central.

En su legislatura aparecerá como fecha clave el 9 de febrero del 2018, cuando Santisteve expulsó a los grupos de la oposición de las sociedades municipales dinamitando su tensa relación con PSOE y CHA. Ese día acabó con cualquier posibilidad de llegar a acuerdos con PSOE y CHA, sus aliados y los que hicieron posible que con 9 de 31 concejales se convirtiera en alcalde. Zaragoza en Común (ZeC) cambió el devenir de la política y ahora PP, PSOE, Ciudadanos (Cs) y CHA van de la mano para «recuperar la normalidad democrática».

ZeC presumió de que el diálogo se impondría en las decisiones y la oposición y sindicatos le han criticado por todo lo contrario. El primer síntoma de que la tónica no iba a ser esta se produjo en su intento fallido de reformar el Reglamento de Protocolo. Su constancia por llevar a cabo municipalizaciones tampoco le ha salido nada bien y hay servicios que pretendían internalizar que ahora se prestan en reconocimiento de obligación, es decir, sin contrato, lo que supone un mayor coste para las arcas públicas. Es el caso de los puntos limpios o del mantenimiento de parques y jardines.

En agosto del 2015, el concejal de Economía, Fernando Rivarés, anunció que a partir del 1 de enero del 2016 no se admitirían este tipo de gastos, salvo excepciones justificadas, pero el servicio de teleasistencia, ayuda a domicilio o los centros de tiempo libre siguen en esta situación. Si algo ha conseguido el Gobierno ha sido sanear las cuentas y reducir la deuda de un ayuntamiento muy castigado. No era tarea fácil y ZeC logró salir del plan de ajuste cinco años antes de lo previsto, lo que da alas a la ciudad para pedir financiación e invertir.

Tras una primera etapa de confrontación constante, donde los proyectos eran más ideológicos y polémicos, le siguió la «época de los grandes desbloqueos políticos». Ha logrado acuerdos con Fomento que llevaban años atascados, como la cesión de la avenida Cataluña y los depósitos de Pignatelli. Ha rescatado los Baños Judíos y ha comenzado a darle forma a la Imprenta Blasco, sin olvidar la reforma del Mercado Central, que ya es una realidad.

Santisteve ha tenido que afrontar la huelga del bus más larga de la historia y la primera del tranvía y sigue trabajando para sacar adelante el Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) tras haber impulsado la renovación de la flota con la compra de autobuses híbridos, y tiene como propósito encauzar la línea 2 del tranvía, cuyo trazado fue elegido por la ciudadanía. En vivienda llegó a la ciudad para acabar con los desahucios y aumentar el parque público para enfrentarse a la emergencia habitacional. ZeC lleva meses trabajando en un ambicioso proyecto que prevé construir 308 pisos de alquiler social y rehabilitar otros 800. En este caso también necesita el apoyo del resto de grupos y más de 71 millones, para los que precisa de financiación bancaria.

PARTICIPACIÓN / Si en algo ha trabajado el Gobierno municipal ha sido en tratar de implicar a la ciudadanía en las decisiones, pero tampoco ha logrado el tirón que se esperaba. Los presupuestos participativos han creado muchas expectativas y también decepciones, lo que ha motivado a la oposición a pedir que se revise el formato.

Santisteve se ha convertido en el primer alcalde en rendir cuentas a la gente, en sentarse a tomar un café y en atender sus demandas. También pasará a la historia por ser el primer edil reprobado de Zaragoza y haber sido acusado de cinco delitos por la oposición tras una comisión de investigación. O por tratar de rescatar «el patrimonio común expropiado por las inmatriculaciones», aunque la Justicia le ha dado más de un varapalo en este sentido, así como por sus viajes a Latinoamérica, por la compra de la gomina con dinero público o por su intención de conseguir «una academia militar desmilitarizada».

Le queda un año que se espera turbulento porque la oposición no esconde su «decepción» por su gestión. Aunque desde ZeC confían en los cambios que traerá Pedro Sánchez, el PSOE lo tiene claro: ZeC no tiene un proyecto de ciudad ni respeta las normas democráticas. Una idea que comparte con PP, Cs y CHA, que hablan de legislatura en blanco.