Cerrado por riesgo de caída de árboles. Así lleva desde hace diez días el parque Tío Jorge como consecuencia de las últimas tormentas en Zaragoza y que han generando graves afecciones, principalmente por la caída de ejemplares y ramas. Este año es la tercera vez que se prohíbe el acceso a este pulmón verde de la margen izquierda y los vecinos empiezan a manifestar su preocupación por el estado del parque, además de su hartazgo.

El Tío Jorge no es un parque cualquiera. Además de ser el escenario de fiestas populares, como la Cincomarzada, su ubicación junto al río lo convierte en una zona especial que tiene sus ventajas y desventajas.

Se encuentra situado en las antiguas balsas del Ebro, un espacio arbolado y ferial de ganado que tenía como principal objetivo colmar la intersección urbana entre el barrio del Picarral y las vías ferroviarias. Al margen de su antigua finalidad, se encuentra en una zona de freático elevado que, por si fuera poco, está muy influido por las crecidas del Ebro.

UBICACIÓN / En concreto, se ubica dentro de un corredor natural correspondiente al sistema fluvial del río que se evidencia, por ejemplo, cuando se producen crecidas en el caudal del Ebro -sin necesidad de que sean extraordinarias- porque empiezan a aparecer grandes charcos por el aumento del nivel freático. También se deduce por la aparición de especies de aves propias de un ecosistema acuático, según se explica en el Plan Director del Parque Tío Jorge, pendiente de ejecutar.

Además de las filtraciones de aguas que provocan las inundaciones, también se producen afecciones al estado de la vegetación y que acaban evidenciándose con la caída de árboles y ramas. Desde el Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC) reconocen que hay una carencia acumulada a lo largo de los años en su mantenimiento y que es necesaria una poda extraordinaria. Sin embargo, este no es el único problema que presenta el parque.

Las especies que se plantaron en su día no eran las más idóneas para un escenario tan afectado por el Ebro. Además de que algunas presentan síntomas de envejecimiento, «la falta de salud se debe a que las especies no son las adecuadas y sufren una falta de adaptación al medio», concluyen en el documento del plan director.

Por ejemplo, los pinos plantados en zonas donde el freático sube en determinados momentos, como las riadas, no responden bien debido a su pobre desarrollo radicular. El motivo no es otro que la nula capacidad que tienen las raíces para crecer de forma vertical y se ven obligados a hacerlo en horizontal, por lo que no tienen fuerza para soportar el cierzo que sopla habitualmente en la ciudad y cuando se produce una tormenta con viento y agua acaban sufriendo las consecuencias de su debilidad.

Esto da lugar a árboles torcidos o muy enfermos que pueden derrumbarse en cualquier momento y que, según el Plan Director, deberían ser apeados.

Las palmeras tampoco acaban de acostumbrarse al parque, por si fuera poco, han padecido enfermedades derivadas del escarabajo picudo.

Pero el nivel freático también tiene sus cosas buenas. Por ejemplo, la laguna se abastece de agua del subsuelo y el riego se hace del mismo modo.

En el plan director se contempla la necesidad de plantar especies que puedan adaptarse a estas peculiaridades de la zona. En los últimos años se han perdido más de un centenar de árboles que, o bien se han desplomado o han tenido que talarse por su estado y el riesgo que entrañaban.

A la lista hay que añadir otros 30. En la última inspección realizada se ha determinado que es necesario apear 30 árboles, 28 de ellos dentro del recinto y otros dos en la zona perimetral colindante, al presentar riesgo de caída o una inclinación muy pronunciada.

Tanto vecinos como grupos municipales reclaman que se lleve a cabo el plan director a la vista de su necesidad y que también contempla la mejora de caminos o del mobiliario. Desde el Gobierno de la ciudad no niegan que sea necesario, aunque puntualizan que se trata de uno de los parques mejor cuidados de la ciudad por el número de actividades que se realizan entre sus más de 151.538 metros cuadrados que obligan a que el mantenimiento sea constante. Por seguridad y por estética.