Florencio Pérez es una figura admirada en Borja. Y su súbita, inesperada y cinematográfica detención el pasado viernes, con no menos de siete vehículos policiales en la plaza de España y sus aledaños, aún ha avivado más ese sentimiento popular. La convicción, más que la impresión, de que se ha cometido "una injusticia", como afirmaban ayer los más de 200 vecinos que se concentraron por tercera vez en el centro de la localidad para defender el buen nombre del cura.

"Es muy posible que quienes le están chantajeando sean de esos mismos que hacían cola a la puerta de su casa para que les diera dinero o algo de comer", comentó un manifestante. "Porque el cura es un hombre que da todo lo que tiene y que, a veces, se tiene que ir a pasar el final de mes al convento de las monjas porque se ha quedado sin blanca", añadió.

Muchos borjanos no consideran extraño que el párroco manejara grandes sumas de dinero. "Hace muchas obras de caridad, está en Cáritas y puede que haya habido feligreses que le hayan legado sus ahorros al morir", indicó una mujer.

Para los vecinos, don Florencio, como lo llaman, no tiene el perfil de un delincuente a gran escala, como podrían hacer pensar los cinco graves delitos que se le imputan. "Que se le tendiera una trampa es posible, pero no es la clase de persona que comete abusos sexuales, se queda con dinero ajeno y amenaza a otros", aseguró el encargado de una gasolinera de la carretera nacional N-122.

En cambio, los miembros de la familia Zapato Veloz detenidos ayer en el Campo de Borja sí llevan mala fama en la localidad. "No se sabe muy bien a qué se dedican, siempre van por ahí con coches viejos, no se les conoce ni oficio ni beneficio", dijo el dueño de un bar de la plaza de España que fue monaguillo con don Florencio cuando era un chaval.

"Algunos medios de comunicación se han pasado, han exagerado un montón", dijo el cliente de un bar. "La primera manifestación, la del viernes, fue para protestar contra las barbaridades que habíamos tenido que oír", agregó.

Ahora, con la puesta en libertad de don Florencio, los borjanos desean volver a verlo oficiando misa y dedicado a sus obras de caridad, pero la última palabra la tiene el obispado de Tarazona.