Zuera ha vivido, desde que empezó el mes, dos tormentas que han seguido el mismo guion. El reincidente fenómeno desbordó la primera vez, el 2 de agosto, el barranco de Val del Rey y el agua desbocada inundó calles y viviendas en el barrio de San Miguel.

Y el pasado lunes volvió a pasar lo mismo. Sobre las nueve de la noche empezó a llover con fuerza en las vales situadas al oeste de la ciudad, más allá de la autovía A-23, y la rambla seca se volvió a quedar pequeña para canalizar todo el agua que llegaba. El resultado fue que bajos y garajes quedaron de nuevo anegados y cubiertos de barro.

"Nos hemos dado cuenta de que tenemos que intervenir en la tubería que se construyó en el cauce del barranco, que es insuficiente para absorber el caudal cada vez que llueve intensamente", anunció ayer el alcalde, Antonio Bolea, que recorrió las calles sobre las que se abatió la tromba, que llegó acompañada de un viento huracanado que causó daños en las viviendas.

En realidad, la tubería del barranco de Val del Rey se había reparado poco después de la primera tormenta. Pero el agua caída este lunes deshizo la obra y volvió a mostrar que no tiene la anchura suficiente para hacer de sumidero. "La tubería esa se hizo hace unos 15 años y no tiene capacidad para tragar el agua que se desborda cuando llueve en las vales", apuntó Ramón, un vecino del barrio de San Miguel que tuvo que emplearse a fondo para achicar el agua que había entrado en su casa.

"Más allá de la autovía hay centenares y centenares de hectáreas, sin vegetación, y el agua que cae allí se encauza hacia un túnel que pasa por debajo de la A-23, con lo que a Zuera llega todo el agua que cae de forma dispersa en el monte", explicó.

Y si a eso se une el cambio climático, los zufarienses que viven en determinadas partes de la localidad tiemblan cada vez que truena. Zuera, que ya pidió la declaración de zona catastrófica tras la primera inundación, aún no ha valorado los daños. Pero la prioridad no es inventariar los desperfectos, sino construir una tubería que evite los desbordamientos.