La superviviente del incendio de la residencia Santa Fe que ayudó a salir a algunos compañeros y la única trabajadora que, aquella noche del 11 de julio del 2015, estaba en el geriátrico, coincidieron ayer en señalar que la acusada de prender el colchón que desató la tragedia, que se saldó con 9 fallecidos y 9 heridos, no estaba nada compungida por los hechos. La vieron incluso «feliz», «tan pancha» en el columpio del jardín, afirmaron en la segunda jornada del juicio por estos hechos.

Tanto la residente, Carmen Garza, como la trabajadora, Sarita Flores, descartaron igualmente que la juzgada, María del Carmen Alejandre, ayudara a otros residentes a salir, como dijo anteayer. «Que no mienta, que no hizo nada», aseguró la expresiva Garza.

La empleada, Sarita, narró cómo la llamó desde la planta de arriba, diciéndole «hay fuego». Pero no fue un grito de alerta, aclaró, lo hizo más bien «como jugando», recordó Flores, que imitó el tono de la acusada incidiendo en su tono de burla.

Cuando hubo intentado auxiliar a los residentes de la planta baja, impedidos, salió al jardín y se encaró con la mujer. «La insulté», reconoció, porque no entendía por qué lo había hecho. Le preguntó la razón, como también lo hizo otra trabajadora que llegó más tarde. «No contestaba, solo sonreía, contenta porque había hecho lo que quería», opinó esta segunda empleada.

Las mujeres recordaron que la acusada quería irse de la residencia y amenazaba con hacer «algo gordo, algo grande», y también con que su hijo se acordaría de ella. Ninguna tuvo dudas de que fue Carmen Alejandre quien prendió el colchón.

Tampoco las tenía el instructor del atestado de la Guardia Civil. Ante el jurado, fue exponiendo que sería «ilógico» que los residentes de las plantas superiores hubieran prendido el fuego y vuelto a la cama, ya que casi todos ellos tenían algún signo de haber intentado escapar, desde levantarse, si no estaban atados, a volverse hacia las ventanas. Descartó que otra persona hubiese entrado desde el exterior, porque Garza y Alejandre, que estaban viendo la tele en el salón, veían la escalera.

Tanto las mujeres como los primeros vecinos que acudieron a ayudar descartaron que pudieran subir a sacar a la gente de las plantas superiores, por el denso humo. Extintores había, y con carga, pero nadie los supo hacer funcionar.

CAMBIO DE RESIDENCIA

El hijo y tutor legal de la acusada, Jorge Lasheras, confirmó una de las tesis de la defensa, que iba a cambiar a su madre de residencia (por lo que perdería fuerza el móvil de querer irse de allí).

El hijo también negó, pese a la coincidencia de los testigos al respecto, que discutiese ese día con su madre por su asistencia a la boda de él. El motivo de la llamada fue otro: «hablamos 30 segundos y le dije que había quedado con él», con el director de la que iba a ser su nueva residencia, en el Actur. «A la boda iba a venir, si se portaba bien», aclaró el hijo.