«Pagamos nuestros impuestos como ciudadanos, cumplimos con nuestros deberes pero, ¿dónde están nuestros derechos?». La zaragozana Myriam Amaya Lorente se pregunta por qué el Gobierno, cuya responsabilidad es velar por el bien de todos los ciudadanos que representa, no promueve iniciativas para que los transexuales tengan más facilidades para encontrar un trabajo y no se sientan discriminados en su día a día.

«Con 14 años me fui a vivir a Logroño y allí estudié Dibujo Lineal en la universidad aunque lo que más me apasiona en la vida es el arte y la cocina», explicó Myriam. Y así fue. Esta zaragozana ha trabajado, a lo largo de su trayectoria profesional, en numerosos restaurantes en Tarragona y en Zaragoza «siempre y cuando no se me pudiera ver desde fuera». «Una vez, fui a una entrevista de trabajo para cocinar en un restaurante y, como esta se podía ver desde fuera, me dijeron que ya habían contratado a alguien cuando era imposible que hubieran podido encontrar a una persona tan rápido», recordó.

Myriam es presidenta de la asociación cultural Babylon’s, integrada por 14 personas, que organiza y representa numerosos espectáculos en la capital aragonesa. «Hacemos todo tipo de actuaciones musicales y, por ejemplo, en las fiestas de El Gancho somos muy conocidas, la gente nos ha acogido bien», indicó.

Esta artista está inmersa en el mundo del espectáculo desde hace 30 años, desde que ella tenía 18, aunque esta organización fue creada en el 2006.

«No poder encontrar trabajo me ha obligado, en numerosas ocasiones, a dedicarme al trabajo sexual porque, si no, no podía comer. Eso no se puede admitir», confesó, y añadió que «una cosa es que te dediques a este mundo porque quieres y otra porque no tienes otra salida y es muy duro», lamentó. Sin embargo, Myriam siempre ha tenido ese espíritu de superación y también ha contado, a lo largo de toda su vida, con el apoyo de su familia y de sus amistades.

«A pesar de todo, me habría gustado tener un trabajo normal, con sus horarios establecidos, con sus días de vacaciones y, eso, en contadas ocasiones lo he podido tener», afirmó.

«El problema es que en España y en casi toda Europa, queremos ser muy modernos mientras no me toque a mí», alegó. La diversidad de género y de identidades sexuales están «más admitidas ahora que hace 30 años, pero todavía queda mucho por hacer y, lo primero, concienciar a la gente de que lo que importa en un trabajo es la capacidad para llevarlo a cabo», defendió.