En Bielsa, la fiesta comenzó con el juicio de Cornelio Zorilla, un muñeco confeccionado con ropas viejas y relleno de paja, que se colgó en la ventana del ayuntamiento el jueves y estuvo allí durante todo el Carnaval. Costilladas, rondas y pasacalles con las tradicionales trangas y madamas, el oso, el amontato y el caballet llenaron de fiesta la localidad durante cuatro días, en que la afluencia de visitantes fue abundante como todos los años.