La línea 1 del tranvía de Zaragoza ha supuesto una reducción de un 6 por ciento de las emisiones de CO2 asociadas a la movilidad urbana, un ahorro equivalente a 19,6 millones de litros de gasóleo al año y un descenso del 7,68 por ciento el tráfico global.

Esas son algunas de las conclusiones de un estudio realizado por el investigador Abel Ortego del Centro de Investigación de Recursos y Consumos Energéticos (CIRCE), en colaboración con la Agencia de Medioambiente y Sostenibilidad del Ayuntamiento de Zaragoza, sobre la puesta en funcionamiento del tranvía en términos energéticos y medioambientales, ha informado hoy la Universidad de Zaragoza.

Según este estudio, el funcionamiento del tranvía de Zaragoza ha contribuido significativamente a la mejora de la movilidad en la ciudad, convirtiéndola en un entorno más sostenible y saludable.

La línea 1 del tranvía cuenta con 26,9 millones de usuarios al año, lo que se traduce en un nivel de ocupación de 21,93 pasajeros/km (4,4 veces mayor que un autobús urbano) y como consecuencia, el consumo específico de energía (medido en kWh/pasajero×km) es un 85 % inferior a un autobús diesel convencional.

Los principales factores de la alta ocupación del tranvía son la adecuada elección del trazado, vertebrando la ciudad en el eje norte-sur y la elevada velocidad comercial gracias al sistema de priorización semafórica. Estas características permiten comunicar los barrios periféricos con el centro de la ciudad en menos de 20 minutos.

Gracias a estos factores, el estudio afirma que el tranvía ha contribuido a reducir el tráfico global en la ciudad un 7,68 % y además un 21 % de los usuarios del tranvía acceden a él en los barrios periféricos (Valdespartera, Parque Goya) en los cuales, de no ser por este servicio, estarían totalmente expuestos a la movilidad urbana mediante vehículos privados.

El estudio añade que, desde el punto de vista medioambiental, la línea 1 ha contribuido a reducir las emisiones de los principales contaminantes ambientales de riesgo para la salud, NOx, CO y PM10 en 491,72, 293,21 y 16,82 toneladas al año respectivamente.

Este hecho, junto con el impacto del resto de medidas llevadas a cabo en materia de sostenibilidad energética en Zaragoza, ha contribuido a que los niveles de emisiones de NOx, CO y PM10 hayan sido reducidos un 17,73; 8,83 y 49,11 % respectivamente desde 2009 hasta la actualidad.

Tras analizar las características del funcionamiento de la línea 1, el estudio también ha elaborado un análisis del impacto que tendría la línea 2, que vertebraría el eje este-oeste.

Entre los beneficios previstos, se ha calculado un ahorro anual de energía final equivalente a 10 millones de litros de gasóleo, está reducción de energía supondría también una reducción de un 3,4 % en las emisiones de CO2 de la movilidad de la ciudad.

En el estudio se recoge que la nueva línea contaría con una ocupación anual en torno a los 20 millones de pasajeros y junto con la línea 1, más del 60 % de la población dispondrá de una parada de tranvía a menos de 750 metros.

Este proyecto, añade el informe, supondría dar un impulso a la renovación de las infraestructuras de movilidad de la ciudad, al disponerse de cinturones periféricos como la Z-30 o la Z-40 para las conexiones periféricas mediante vehículos privados y de un medio de transporte colectivo de alta capacidad para los desplazamientos urbanos.

A estos elementos habría que añadir el importante crecimiento de vías pacificadas con limitación de 30 km/h, la alta densidad de carriles bici de la ciudad y la devolución de espacios para los peatones.

El estudio ha sido financiado por el Ayuntamiento de Zaragoza a través de la convocatoria de subvenciones dentro del programa Agenda 21 para el año 2014, con el fin de conocer el estado de la movilidad en la ciudad y los impactos del tranvía y facilitar la toma de decisiones sobre las futuras actuaciones encaminadas a conseguir una movilidad urbana más sostenible que satisfaga las necesidades de la ciudad.