Una reyerta entre dos familias de etnia gitana el pasado mes de diciembre en Zaragoza se saldó con cuatro detenidos y dos heridos. Ahora, el juez que investiga este caso, el titular del Juzgado de Instrucción número 9 de la capital aragonesa, acaba de imputar a tres miembros del clan que, supuestamente, fue víctima de los disparos y golpes proferidos por los Fernández-Rodríguez.

El magistrado les atribuye a los Gabarre-Jiménez los delitos de lesiones y tenencia ilícita de armas. Según fuentes consultadas, los que fueron arrestados tras intentar fugarse del lugar del tiroteo --ocurrido en la calle Lasierra Purroy-- señalaron que ellos no son los propietarios de la recortada que llegó a disparar hasta tres proyectiles. Una de las postas llegó a herir levemente a una peatona que transitaba por la calle.

De hecho, fueron los ahora encartados los que entregaron el arma utilizada a la Brigada de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía en Aragón.

EN LIBERTAD

Los cuatro arrestados --un matrimonio, su hijo y el tío de este último-- se encuentran en libertad provisional, aunque imputados por delitos de tentativa de homicidio y tenencia ilícita de armas. No obstante, el juez impuso una orden de alejamiento respecto a las víctimas solo al padre y al hijo, defendidos por el abogado Juan José Serra.

Tanto el juez como la Fiscalía tuvieron en cuenta que los heridos en la reyerta son realmente los presuntos agresores --uno con una brecha en la cabeza y la madre con una herida por un perdigón perdido, entre otras lesiones--.

Todo ocurrió, al parecer, a partir de unos problemas en el negocio de la venta de chatarra. Comenzó a primera hora de la mañana cuando, presuntamente, un joven de la familia Fernández-Rodríguez coincidió con el de los Gabarre-Jiménez en una gasolinera situada cerca del cementerio de Torrero. Allí se insultaron e incluso se llegaron a amenazar con palos y gatos hidráulicos.

El encontronazo no acabó aquí, ya que horas más tarde, sobre las 12.20 horas, se presentaron en el número 33 de esta vía del barrio de Torrero, tiraron la puerta de entrada de una patada y empezó a amenazar a los moradores.

Gracias a que la vivienda unifamiliar tenía una puerta trasera el incidente no acabó en una tragedia. Los Gabarre-Jiménez intentaron huir por una de las calles contiguas. Una llamada a la Policía por parte de un vecino hizo que se dispersaran al oír las sirenas. Los supuestos autores fueron arrestados en las proximidades.