Ayer Teruel se quedó prácticamente vacía y sus vecinos optaron por los campos de alrededor de la ciudad. La culpa, la tortilla. En todas sus posibilidades, con cebolla y sin, muy hecha, o menos hecha...Las había para todos los gustos. No podía ser de otro modo porque ayer se celebraba fiesta con su nombre: el Sermón de las Tortillas, una tradición que tiene sus orígenes en la Edad Media, cuando la Cofradía de Nuestra señora de la Villa y la Sangre de Cristo daba de comer a los pobres y que se celebra el martes de Pascua yendo al campo a disfrutar de la jornada entre amigos y familiares. Y comer, claro está, este típico plato de huevo que, no obstante, está dejando espacio a otras comidas y empieza a ser habitual que muchos grupos elaboren otro tipo de platos.

Ayer tan apenas había establecimientos abiertos o coches por la calle. Los vecinos de la capital turolense estabas repartidos por la ribera del Turia, Fuente Cerrada, Fuente Carrasco, Dornaque, Río Seco o las Viñas y la plaza de toros ya que se celebró la gran fiesta de la capea con 20 vacas, novillas y becerras de la ganadería El Portero (Formiche).

Esta celebración se llama Sermón porque, antiguamente, los cofrades fallecidos recibían un homenaje en forma de discurso. Tras la Guerra Civil, el ayuntamiento pasó a ser el organizador oficial de los actos. Hoy en día, la celebración ha dejado a un lado su tinte religioso inicial para pasar a convertirse en un encuentro únicamente popular.