La doctora Anna Bigas investiga, gracias a una aportación de 1.200.000 euros de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) de Aragón, la forma de encontrar los mecanismos que frenen la leucemia linfoblástica aguda adulta y pediátrica. Se trata un tipo de cáncer por el que la médula ósea produce demasiados linfocitos inmaduros. Bigas ha presentado esta semana en la capital aragonesa su proyecto en el marco del XI Simposio de la Fundación Científica de la AECC.

—¿En qué fase del proyecto se encuentran?

—El proyecto empezó en noviembre, así que llevamos pocos meses. En total, hablamos de un estudio de cinco años. De momento hemos organizado parte del proceso de la primera fase, que son tres. Trabajamos con pocos pacientes, ya que este tipo de cáncer es raro y solo trabajamos con quienes recaen. También estamos en contacto con grupos internacionales para compartir datos que vayamos encontrando y conocer qué pasa. La segunda fase son dos años y el trabajo se desarrollará en función de cómo evoluciona el proyecto y de los resultados satisfactorios obtenidos.

—Dice que la leucemia linfoblástica es un cáncer raro. ¿Qué incidencia tiene en la población en la actualidad?

—Hablamos de un afectado por cada 100.000 habitantes. De estos, un 20% es el paciente en el que nos centramos nosotros, ya que es quien recae. Este dato puede ser extraído para la prevalencia en Aragón.

—¿Qué supervivencia se estima que puede haber en población infantil y adulta?

—En los últimos años, la supervivencia ha mejorado en la población infantil y está en un 80%, con altas dosis de quimioterapia y nuevos tratamientos. El hecho de que sean niños hace más dramático todo. En población adulta no se tiene el mismo pronóstico y quizás es ahí donde tenemos el reto más urgente en este momento. La supervivencia es peor, porque en algunos casos los subtipos de esta leucemia están en un 50% o 60% de supervivencia.

—¿Cómo buscan esas herramientas para frenar las recaídas?

—La idea actual es conocer lo que hay en el genoma de estas células tumorales, porque es lo que nos dice el DNA en el diagnóstico y en la recaída. A partir de ahí, desarrollaremos dos cosas. Por un lado, un marcador que luego se puede validar en otras muestras y nos ayudará a detectar y predecir que alteraciones tendrá el paciente y esas recaídas. Por otro lado, la idea es descifrar e identificar nuevas terapias para combatir las alteraciones y señales malignas que hacen que las células sobrevivan o desaparezcan.

—¿El proyecto en el que está trabajando puede desarrollar un diagnóstico precoz y, por lo tanto, prevenir estas leucemias?

—Claro, esa es la idea del futuro si todo va bien. Poder detectar estas leucemias a tiempo y ya decidir los tratamientos a aplicar para evitar el desarrollo.

—¿Cuándo cree que se pondrá en práctica en pacientes?

—Poco a poco. La práctica en pacientes llevará un tiempo. Lo que pretendemos con el proyecto en la primera fase es estudiar una secuencia de pacientes adultos, por necesidad de saber más. Después, tenemos un grupo informático muy bueno que está intentando identificar cuáles son las mejores herramientas para descubrir el DNA en las células tumorales en estadio inicial y cuando haya recaídas. Al final, todo se aplicará a los pacientes pediátricos, pero primero vamos a investigar en adultos porque son los que, en la actualidad, peor supervivencia presentan.

—¿Falta investigación en este tipo de cáncer?

—La verdad que hay pocas novedades en cuanto a tratamiento en los últimos años. Mucha investigación sí, pero no avances. En el mejor de los casos, hay trasplantes de médula ósea o de células, pero aún así hay un alto porcentaje que recae y no responde al tratamiento. Y ahí está nuestra lucha.

—La aportación de la Asociación Española contra el Cáncer en Aragón es crucial entonces para la investigación.

—Por supuesto. El hecho de que la AECC de Aragón haya puesto este dinero significa todo o nada. No podríamos hacerlo sin ellos. Es una financiación muy importante que nos permite realmente secuenciar genomas, que es una tecnología muy cara y que sin una dotación económica importante es imposible plantearse proyectos como este. No hay muchas convocatorias y esperamos que esto sea el inicio para sentar unas bases y que estos proyectos se puedan hacer para otras patologías. Estoy muy agradecida para a la AECC y a su sede en Aragón por su aportación a toda la comunidad científica. Tenemos claro que sin ellos no podría hacer.