Los profesionales de las dos unidades de referencia para la atención de trastornos de la conducta alimentaria (TCA) en Aragón necesitan más personal. El grueso de cada una de ellas está integrado por tres sanitarios, una cantidad insuficiente para tratar a los más de cien nuevos pacientes anuales --en el caso de la unidad infanto-juvenil del hospital Clínico-- y los más de 200 de la unidad de adultos del hospital Provincial, unas cantidades que se mantienen en los últimos años. "Estamos cortos de recursos y es hora de invertir más en personal porque necesitamos más personas para responder a ese incremento epidemiológico y a cientos de pacientes nuevos y miles de consultas. Los profesionales están desbordados", asegura Pedro Ruiz, jefe de la unidad de menores del Clínico.

Así se lo han transmitido los profesionales a la propia consejería a través de la redacción del plan de reforma de la salud mental. "Será una de las prioridades que incluiremos tras haber contado con el consenso de todos los profesionales. La unidad de hospitalización se ha quedado muy corta ante unas estancias que son prolongadas y las urgencias están saturadas, las unidades de salud mental infradotadas y los profesionales desbordados", añade Ruiz.

DIVULGACIÓN

Para abordar la lista de espera, los profesionales se ven obligados a destinar menos tiempo a revisiones y atenciones individuales. Además, la complejidad en los casos se ha incrementado con el uso de las redes sociales. "La red es escasa para la población a atender y teniendo en cuenta cómo se ha complicado todo porque vemos casos que no se veían antes, como la divulgación de autolesiones a través de las redes sociales y eso es un serio problema para nosotros", explica el profesional, que apunta que la unidad de menores se ve obligada a retener más tiempo a muchos menores --hasta los 19 años-- ante la escasa dotación de la unidad de adultos, lo que dificulta esa transición.

Así, ambas unidades están integradas por un psiquiatra, un psicólogo y un enfermero, a los que se añaden nutricionistas, profesores a tiempo parcial o trabajadores sociales para abordar casos que, desde hace años, surgen antes. "Es alarmante que surjan casos de anorexias muy tempranas, a los 8 o 9 años, y a eso se añade la mayor complejidad provocada por la comorbilidad con aspectos de la personalidad vulnerable, lo que dificulta el proceso psicoterapéutico", expone Ruiz.

"Se sigue concediendo una importancia desmedida a la imagen y se mantiene esa subida epidemiológica y alto número de casos, pero ahora con casos más complejos y escasez de recursos, así que estamos desbordados", incide.