Luis Bernal apareció muerto y maniatado hace nueve años en su vivienda de la calles Cortesías, en el barrio zaragozano de La Magdalena. Después de todo este tiempo transcurrido, el caso no quedó en el olvido para el Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, tal y como se desprende de la detención en Perpiñán (Francia) del último de los sospechosos de este brutal crimen, Mihai Simion. En el país vecino vivía junto a su esposa y sus dos hijos de corta edad.

Las nuevas técnicas forenses y en concreto que los investigadores pudieran poner nombre a una huella dactilar aparecida en una bolsa de plástico, que contenía unas tijeras de cortar metal, fue el inicio de las nuevas pesquisas. Esos vestigios pertenecían a Brahim Nasri, quien, según pudo saber EL PERIÓDICO, colocó en el escenario del crimen a Vasile Corp, que fue arrestado el pasado mes de diciembre.

Una información que se unió a la investigación que en el 2009 realizó el Cuerpo Nacional de Policía y que, gracias también a los avances tecnológicos en materia de geolocalización de teléfonos móviles que ya fueron analizados entonces. Las pesquisas derivaron en dos personas más, una amiga íntima de la víctima, que fue detenida y puesta en libertad tras su declaración ante la jueza instructora; y en Mihai Simion, que al no encontrarse en territorio nacional se demoró su detención hasta ayer. Una euroorden, que inicialmente se activó en Rumanía (país de origen del individuo), si bien fue localizado por la Gendarmería Francesa en Perpiñán, donde vivía desde hace cuatro años. Ahora, la titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Zaragoza, Beatriz Muñoz, está a la espera de que se haga efectiva la petición de extradición a España, cuyos trámites inició ayer.

Banda de los tráilers

Sobre Mihai Simion pesan varios antecedentes penales, si bien el más destacado, por el que no fue juzgado el año pasado porque permanecía fugado, fue por pertenecer a la banda originaria del este y asentada en Épila que, presuntamente, se dedicó a asaltar camiones, para desvalijarlos, mientras circulaban de madrugada por carreteras y autovías. Utilizaban vehículos de alta gama.

La investigación que hizo entonces la Guardia Civil le atribuyó al grupo, conformado por once personas, un total de doce asaltos de este tipo cometidos en la A-23 --en Cariñena, en San Juan de Mozarrifar y en Lechón, además de en dos puntos fuera de Aragón--, en la N-330 --entre Báguena y Zaragoza- y en otra zona-, en la A-68, en el tramo aragonés de la A-2 y en otras zonas como la autovía A-3 --entre Madrid y Valencia-- o la autovía que enlaza Alicante y Albacete. Los acusados que sí se sentaron en el banquillo se enfrentaron a seis años de prisión.

El asesinato de Luis Bernal conmocionó a todo el barrio de La Magdalena. De 51 años, separado y padre de dos hijos era muy conocido gracias a su carácter afable y por su trabajo como cocinero, si bien en el momento del crimen se había jubilado por problemas de salud. Todos le llamaban Luisito.

El cadáver de este hombre fue hallado sobre la cama, atado de pies y manos y con el rostro desfigurado como consecuencia de los golpes que le dieron. De hecho, le rompieron dos costillas y la mandíbula pero los forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) consideraron que el fallecimiento se produjo por asfixia, después de un fractura triple de tráquea. El móvil del crimen fue un vuelco de droga, que en el argot delincuencial es cuando alguien roba sustancia estupefaciente a una persona de forma violenta. Esta la guardaba en una caja fuerte.