No hace muchos años, medio centenar, Valdefierro era un barrio en blanco y negro. Carmen, una de las vecinas que llegó por entonces con los emigrantes procedentes sobre todo de Extremadura y Andalucía para trabajar en las fundiciones de hierro, cuenta que para hacerse con una parcela tuvieron que poner por la noche cuatro palos para crear la estructura de una casa, y así, por la mañana, ya no se la podían quitar. No tenían agua ni luz, de hecho, el agua no llegó al barrio hasta 1976.

Carmen es una de las cuatro personas representadas en la intervención artística de Lorena Cosba en el Parque de la Estrella Polar, junto a sus vecinos Jesusín, de 12 años, que se define como «el alcalde de Valdefierro»; Jorge, un joven que organiza actividades culturales para los chavales del barrio y Juliana, presidenta de la Asociación de Vecinos Aldebarán, otra luchadora que siempre ha ayudado a las gentes sin recursos y ha sido una de las principales artífices de que el festival de arte urbano Asalto, que hoy concluye, haya llegado a esta zona zaragozana.

«Los retratados son personas que los mismos vecinos han considerado que debían estar ahí como representación de todos», explica Victoria Ríos, miembro de la organización del festival y la persona que se encarga de las visitas guiadas a las intervenciones artísticas (hoy más pases, 11.30 y 12.30 horas). Personas que representan a la perfección la pujanza que vive Valdefierro, un barrio que por todos los logros conseguidos durante tantos tiempos de lucha y con la ayuda de los artistas participantes en Asalto es hoy un barrio a todo color.

«Los vecinos se han volcado con el festival, lo han hecho suyo. Les sacan de comer a los artistas, les llenan las grúas desde las que trabajan con botellas de agua…», dice Victoria. Tanto es el éxito de la propuesta entre el vecindario «que han dejado muros de sus propiedades para que durante el año vayan plasmándose en ellos nuevas creaciones; solo hay que presentar un proyecto al ayuntamiento y pedir la licencia para pintarlo», explica la guía.

NATURALEZA Y CONSTELACIONES

Y es que Asalto está cumpliendo con el objetivo fundamental de su ser: rehabilitar espacios, interactuar con las gentes y el entorno y mostrar que el arte urbano es el arte de nuestro tiempo que se habla en la calle. Y en Valdefierro, un barrio de origen humilde lleno de gente luchadora, que también acogió un reformatorio, pero que sus calles tienen nombres de flores (Camelia, Amapola, Tulipán…) y de planetas y constelaciones (Orión, Capricornio, Andrómedad, Júpiter, Centauro…) es, sin duda propicio para desarrollar la imaginación creativa y hablar del lugar y de sus habitantes llenándolo todo de luz.

Ahora, por ejemplo, los muros del antiguo reformatorio El Buen Pastor se han convertido en una alegoría a la libertad, tanto física y mental como creativa, de la mano de Antonio Marest que ha llenado de colorido y flamencos en equilibrio la fachada. Allí al lado, Octavi Serra ha subido a un poste una figura humana hecha con un molde de su propia persona, por lo que es como sí parte de él mismo se quedase allí, en alto sí, pero como un vecino más.

Los jardines de la Estrella Polar acogen parte de la galería urbana que podrá pintarse durante el año. De momento son cuatro mujeres, cuatro artistas aragonesas, las que han abierto allí el cami-no. Coco Escribano se centra en la figura femenina con un estilo naif y colores suaves; Susana Blasco juega con el arte efímero, con una imagen que en realidad son tres rostros que cambian según como mueve el aire unos papeles triangulares que los cubren - «Ella sabe que esto no va a durar, pero está hecho con esa idea», cuenta Victoria Ríos-; Lorena Cosba, fotógrafa, ha dejado plasmados los cuatro rostros de los vecinos que hablábamos al principio y los ha unido con una línea roja como si fuese «un mapa de Valdefierro», además de realizar un collage con cajitas rellenas de objetos de la gente del barrio. Y Rebeca Zarza, que aún estaba ayer en plena faena, pinta un poético mural basado en un texto de Dulce Chacón titulado La construcción de un sueño.

Así, caminando entre nombres de flores, volcanes y estrellas los muros y las paredes de las casas del barrio van tomando el pulso a la vida a través del arte. Mantra, artista francés, ha pintado unas impresionantes mariposas en dos fachadas, en una clara referencia a la importancia de la naturaleza y a su integración en el medio urbano; Dingo Perro Mudo pinta a su homólogo, un dingo, tratando de calmar a un lobo enfurecido que representa «el despertar de nuestra conciencia, que nos grita por dentro y quiere salir y sacar a la luz sentimientos y pesadillas», cuenta el propio autor.

En el cruce de las calles Saturno con Osa Menor, Jofre Oliveras ha colocado unas palomas de cerámica tan reales que algunos pensaron que eran de verdad y las estaba poniendo allí, muertas, en la fachada. Hasta que lo aclaró. Son también elementos naturales, criaturas del mundo urbano que él las coloca formando, precisamente, la Osa Menor.

El colectivo Cumul, de Barcelona, hace esculturas con hula hoops que juegan con la luz del sol para crecer y multiplicar los círculos; Zest ha pintado un gran rincón del barrio, con sus escaleras incluidas, dándole a la zona un color y un atractivo que encanta a los vecinos, que ayer no dejaban de hacerle fotos. Es, sin duda, una de las intervenciones que más llama la atención por cómo ha modificado el lugar; lo mismo que Ampparito ha conseguido en el feucho parque Valdefierro, todo lleno de muros de hormigón, que el artista ha pintado de azul en su parte superior de forma que parece que el cielo se extiende hasta ellos «ganando así un poco de aire».

AGUA Y SOLIDARIDAD

Helen Bur, galesa de Cardiff, insiste en la esencia del barrio, reflejando en una fachada a un mujer cogiendo agua en el pozo al que iban las gentes de Valdefierro en sus orí- genes, cuando no había agua en las casas. Varias manos ayudan a la mujer a sacar el cubo de agua, como reflejo de la solidaridad de las gentes con la que se ha construido el barrio y con la mujer como eje central del empuje familiar. Tiene también otros elementos, como un grupo de personajes masculinos que la artista deja «a la libre interpretación del público». Podrían ser los chicos del antiguo reformatorio, los hombres que trabajaban en las fundiciones de este Valle del Hierro o, por el color más oscuro de piel que les ha dado, una referencia a esos sitios del mundo donde todavía hoy falta el agua.

Asalto ha entrado fuerte en Valdefierro y se ha asentado de verdad, pues como dice la intervención que ha instalado el artista Maestro Cerezo «Las calles hablan». Y en Valdefierro, con mucho arte, lo hacen de su historia y sus gentes.