La profunda enemistad del acusado Luis Julián Albero Espés con su vecino policía Luis Javier no solo le llevó a casi matarle en el 2012, sino que ayer aceptó siete años y medio de prisión para no verle de nuevo, ni como testigo en el juicio que ambos tenían por la puñalada que recibió a escasos centrímetros de su corazón, cuando coincidieron en el descansillo de la vivienda.

El procesado admitió ante la Audiencia de Zaragoza la tentativa de asesinato que le señalaba tanto la Fiscalía como la abogada de la acusación Carmen Cifuentes, pero no quiso reconocer que se resistió a los policías locales que le detuvieron en su propia casa, ya que, tras la cuchillada se volvió a meter dentro de la casa como si nada hubiese pasado minutos antes.

Ante esta circunstancia, las partes renunciaron a todos los testigos, entre ellos los miembros de la Brigada de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía en Aragón, salvo a tres de los cuatro agentes que acudieron al número 2 de la calle Francisco de Andrés Uztarroz de Zaragoza. Estos policías destacaron la "extrema violencia del procesado, quien se abalanzó de tal forma sobre ellos que cayeron al suelo".

Algo que puso en duda la abogada de la defensa, Carmen Sánchez Herrero, quien afirmó que "es imposible que una persona de estas características físicas tire al resto", mientras resaltaba que había un escalón y que esa sería la razón de la caída.

UNIFORME ROTO Por ello, pidió la absolución en el delito de resistencia, a pesar de que la el ministerio público solicita seis meses de prisión por el mismo, así como que abone 133,34 euros al consistorio por los daños en el uniforme de un agente.

La víctima de la agresión, Luis Javier, un policía municipal de la capital aragonesa, estuvo a escasos centímetros de perder la vida. Su vecino le clavó un cuchillo de 18 centímetros muy cerca del corazón.

Este episodio se produjo después de que Luis Javier se acercara a la puerta del acusado para leer un cartel que había puesto y que rezaba "Quien me haya arrancado el cartel de mi puerta y ventana es un rastrero, un vil cobarde traidor y ojalá le entre un cáncer negro galopante en el pulmón". En ese momento abrió el procesado la puerta y le acuchilló de manera sorpresiva.

En el interior del piso, en uno de los cajones de la cocina, Homicidios encontró el arma blanca utilizada por el acusado con restos de sangre.