Los vecinos de Tenerías en Zaragoza se resisten a renunciar al aparcamiento subterráneo de parque Bruil, que se encuentra inacabado y sin ninguna empresa interesada en ponerlo en funcionamiento. Con las necesidades que ellos tienen de estacionamiento en la zona, se preguntan: ¿y si lo terminamos nosotros? Esa es la idea que ha llevado a la asociación de vecinos del barrio a reunir hasta en dos ocasiones a los residentes para plantearles la posibilidad de constituirse en cooperativa y pujar por la compra del subsuelo, acabar los trabajos y quedarse entre todos con las 175 plazas que ofrecería de capacidad.

El ayuntamiento lleva meses sin reaccionar al último concurso público que se acabó declarando desierto. Porque los más de 2 millones de euros que requiere el proyecto, con la obligación de acondicionar la urbanización en superficie como zona de esparcimiento, parecen un objetivo insalvable para una iniciativa privada que mira hacia otro lado desde hace años.

Dos asambleas en la parroquia del barrio a las que asistieron más de un centenar de personas solo han conseguido convencer a 50 personas. Su problema es que necesita triplicar esa cifra. «Necesitaríamos ser, como mínimo 150, para contar con las condiciones óptimas de afrontar este proyecto», explicó a este diario la presidenta de la asociación de vecinos de Parque Bruil, Carmen Turégano, quien apostilló que «a la vuelta del verano relanzaremos la iniciativa».

Sus cálculos, ya esbozados, apuntan a que requieren tener cubiertas un 75% de esas 175 plazas para que sea viable. Y confiar en que sus vecinos pasen a formar parte de la cooperativa. Aún así no pierden la esperanza, creen que el desembolso necesario es más que asumible, porque supondría «hacerse con una plaza de garaje en propiedad por solo unos 20.000 euros». Se estima que entre 18.000 y 20.000, dependiendo del tamaño y la ubicación de la plaza escogida, permitiría reunir un montante necesario para afrontar la compra con garantías. Y así el éxito de la iniciativa estaría garantizada, ya que uno de los principales impedimentos que ve la iniciativa privada es el supuesto interés en la zona.

La necesidad de estacionamientos es obvia en Bruil, cada día ya sea laborable o festivo, pero la comercialización es otra cosa. Porque a los costes de la enajenación hay que sumarle los de construcción y, a diferencia de la cooperativa, también un beneficio industrial que los vecinos no necesitan marcarse entre sus objetivos.