Un 75% del mes o, dicho de otra manera, 23 días de 31. Ese es el registro de jornadas de agosto en las que se ha desarrollado una tormenta en algún punto de Aragón. Un dato que, extrapolado al territorio nacional, llega a 30 de los 31 días de este periodo, en el que la comunidad hace una importante contribución. Así, y aunque el cuadrante noreste ibérico es el más tormentoso de la península, este verano -no solo agosto- se ha presentado cargado de rayos, truenos, lluvia, viento y pedrisco. En varias ocasiones, la fuerza de estos fenómenos han provocado cuantiosos daños en localidades y en el campo e, incluso, se han registrado algunos que se salen de la normalidad.

Uno de estos fue el que tuvo lugar el pasado 11 de julio en Zaragoza. Un reventón, o frente de racha, asoló la ciudad en apenas 10 minutos con precipitaciones torrenciales y fuertes vientos que soplaban hacia todas las direcciones. En total, se contaron más de 150 incidencias y el balance de daños fue considerable, con más de 500 árboles arrancados, muchos inmuebles anegados por el agua y diversas calles cortadas. Precisamente, la de Galán y Bergua fue escenario de una de las imágenes más impactantes al crearse una gran balsa de agua que generó el caos. Los vehículos, que flotaban y se inundaban en plena ciudad.

millón y medio / Hasta 17,2 litros de agua se registraron en Valdespartera durante los pocos minutos que duró la tromba, en la que también cayó granizo. Como muestra de los efectos de este fenómeno, cabe recordar que el el Consorcio de Compensación de Seguros (CCS) cifró a finales de julio -con previsión de incrementarse- en 487 las solicitudes de indemnización, prácticamente todas en Zaragoza capital. Su valor estimado rondaba el millón y medio de euros.

Un mes después, el 12 de agosto, la ciudad revivió el caos con otro episodio tormentoso que volvió a provocar más de 150 incidencias, vientos que superaron los 100 kilómetros por hora y una tromba de agua y granizo que cortó hasta 13 calles. En una media hora de furia, los contenedores volaron y, de nuevo, los árboles cayeron por docenas. En esta ocasión, la zona que más daños registró fue la margen izquierda. Cascotes, toldos, cubiertas de edificios o antenas de televisión fueron arrastrados por la fuerza del temporal, que incluso arrancó el tejado de la guardería Pirineos, en la calle Valle de Gistaín. Otra de las consecuencias se sintió en el parque del Tío Jorge, espacio que permaneció cerrado hasta el 23 de agosto con el fin de revisar el estado de los árboles que quedaban en pie.

Al día siguiente el frente de tormentas se desplazó hacia los Monegros y la Hoya de Huesca, comarca en la que descargó con fuerza y provocó graves daños en campos, viviendas e infraestructuras, además del cierre de la A-1250. En total, afectó a cerca de 7.000 hectáreas de cultivos en 18 municipios de este territorio. Vientos de hasta 130 kilómetros por hora, pedrisco y, según los alcaldes, hasta tornados se desarrollaron en este nuevo episodio.

El cuadro se volvió a repetir afinales de agosto, el día 28, cuando otro frente tormentoso pasó de oeste a este por varios puntos de la comunidad con fuertes precipitaciones de agua y pedrisco en las tres provincias. La capital aragonesa no se libró y registró, de esta manera, la tercera gran tromba del verano. En la ciudad volvió a ser poco tiempo lo que duró, apenas un cuarto de hora, en el que descargó entre 10 y 15 litros. Por tercera vez, varios árboles cayeron y distintas calles se cerraron por el desprendimiento de cascotes y otras afecciones.

Ese mismo frente golpeó con fuerza en Teruel, donde el granizo fue el protagonista y en cinco minutos se alcanzaron los 24 litros por metro cuadrado en apenas 5 minutos. Estas fuertes precipitaciones causaron que la rambla de Jorgito se convirtiera en prácticamente un río. En la provincia, Rubiales llegó hasta los 39 litros en media hora, mientras que en Híjar se alcanzaron 15,6, en Muniesa 11,2, en Javaloyas 3,2 y en Andorra 2,6. No fueron el agua y el granizo los únicos protagonistas de este episodio, sino que el viento también tuvo un papel relevante en otros puntos de la comunidad. En concreto, en Caspe generó daños en el mobiliario urbano, tejados y arbolado. En este municipio zaragozano se alcanzaron rachas de hasta 96 kilómetros por hora, mientras que en Calatayud el viento llegó a los 82.

Con este fin de agosto, fiel a todo un verano muy movido, no se fueron las tormentas. Al contrario, cinco días después de comenzar septiembre ya se registró la primera gran tromba del mes. En esta ocasión afectó sobre todo a la provincia de Teruel, en concreto al municipio de Albalate del Arzobispo. Allí cayó granizo de gran tamaño que provocó daños en más de 2.000 hectáreas, la rotura de las lunas de vehículos o desperfectos en ventanas y claraboyas. El día anterior, en el barrio rural de Apiés (Huesca), una fuerte lluvia dejó hasta 139 litros y varias afecciones. En resumen, un verano intenso en el cielo.