Amaneció el 12 de octubre en el Arrabal zaragozano y desde la calle Palencia se vislumbraba la basílica del Pilar. Unas vistas privilegiadas. A pocas horas de que la Virgen se convirtiera en la protagonista y la ciudad se engalanara para la ofrenda, Áurea y Luis se preparaban para desayunar en su autocaravana. Ellos son gallegos, de Pontevedra, «jubilados de profesión», y con ganas de disfrutar de su tercera visita a Zaragoza. Llegaron esta semana después de recorrer media Europa y tras «hacer tiempo» en Vitoria, donde existe uno de los estacionamientos más reconocidos de España para esta forma de turismo.

Su casa, con ruedas y «100 litros de agua a bordo para pasar cuatro días como máximo», se ubica en esta calle Palencia, que ofrece vistas privilegiadas y tiene unos vecinos que inflan globos con helio sin parar desde primera hora de la mañana para venderlos por la calle.

Ellos solo quieren «andar kilómetros y kilómetros» saliendo de un estacionamiento gratuito que poco a poco se llenó de autocaravanas. Empezó así el puente y este fue uno de los emplazamientos más apetecibles para quienes, como ellos, quisieron vivir las fiestas. «Cuando llegamos estuvimos durante horas esperando a que quedara un hueco libre. Mientras, veíamos pasar muchos otros que, probablemente, acabaron por pasar de largo. Con lo bonita que es la ciudad», lamenta Áurea.

Llevan años disfrutando de esta aventura que es ser caravanista y explica cómo las nuevas tecnologías y las redes sociales permiten saber dónde ir. «Viajando te encuentras con ciudades que son hostiles con las caravanas, que nada más entrar te ponen un cartel de prohibido», relatan. Otras se descartan por el vandalismo o el rechazo que puede generar su presencia. Zaragoza encaja en el perfil de «ciudad hostil pero respetuosa», opina. Aplicaciones como Park4night, Párking Autocaravanas o Mobil Life ofrecen información en el teléfono y en tiempo real.

Luis y Áurea aseguran que «nunca» han tenido problemas con la gente en Zaragoza y quizá el problema sea más con la Policía Local y cómo sanciona el estacionamiento de un vehículo que «tiene siete metros y a veces excede la medida estándar de aparcamiento». «Entendemos las molestias», añaden, aunque afirman que la relación con la gente «es muy buena» siempre que vienen.

Son conscientes de que algunos se quejan de que en puentes festivos las caravanas toman estos estacionamientos y dejan menos sitio para aparcar. «Pero no somos campistas en la calle, somos turistas como los que se alojan en un hotel», explican. Solo que su dinero no va a un hotel, ni al cámping, «que sale muy caro», apuntan.

«También gastamos dinero que se queda en la ciudad», argumentan. En alimentos, en comer fuera «a veces», en repostar, en butano o en el pan de todos los días... Áurea dice sentirse «como en casa» allá donde van. También en Zaragoza, en unas fiestas que ambos adoran y en las que no quisieron perderse «ningún acto». «Aunque este año he de admitir que he venido por el concierto de David Bisbal, que es un niño que me encanta», admite sonriendo. «Decidle al alcalde que haga algo por nosotros, que el de Vitoria es caravanista y nos trata de maravilla», añade.