Dos largos años de negociaciones, de espera, de tensiones y de tiras y aflojas con el Ayuntamiento de Zaragoza y con la empresa que distribuye la energía y la calefacción a los negocios del parque del Agua y el recinto de Ranillas. Eso es lo que lleva vivido la empresa que finalmente, como adelantó ayer EL PERIÓDICO, se quedará con el apartotel de la Expo, Vitalia Plus. Una firma aragonesa que ha pagado cuatro millones de euros para quedarse con el edificio inacabado en propiedad y que destinará «otros cuatro» en arreglarlo y reconvertirlo en su proyecto estrella en Aragón. Su máximo responsable, José María Cosculluela, aseguró ayer que confía en que solo le quede un año de obras para inaugurar en Zaragoza «una residencia para personas mayores con 229 plazas y un centro de día con 30».

Su trabajo en el diseño del proyecto, el de la empresa, ha sido muchísimo más ágil que las conversaciones con el consistorio y con la gestora de la energía, Districlima, y este ya se encuentra en el ayuntamiento, en el área de Urbanismo, para que se le conceda la licencia de obra y poder comenzar los trabajos «a finales de enero». Porque aunque haya que imprimir la máxima celeridad posible a la ejecución, aún cree que «es posible estrenar las instalaciones en diciembre del 2017».

Sería el cumplimiento de una apuesta empresarial en el territorio al que pertenece, para convertirlo en su centro de referencia en la comunidad autónoma. Tiene otros 40 repartidos por todo el país, algunos de similar envergadura al que se pretende en Ranillas, pero será el más grande en Aragón y, lo que es más importante, no implicará que se sacrifique ninguno de sus centros. Su confianza en el éxito de este propuesta ha estado a prueba de todos los hándicaps que le han venido impuestos desde que preguntó por este edificio, uno de los iconos de la Expo abandonada (e inacabada).

Elevación antiavenidas

Los da- ños que ha encontrado Vitalia Plus en el frustrado apartotel le obligan, según Cosculluela, a «desnudar la estructura hasta dejarla prácticamente en el esqueleto» para rehacer el edificio. Pero no será la única actuación de envergadura. Lo que más preocupa y obsesiona a la firma aragonesa es «proteger el inmueble del riesgo de avenidas».

Sus cinco plantas, dos semisótanos y sótano se levantan sobre suelo inundable y, aunque haya que sacrificar este último - -que para la Expo se pensó como aparcamiento subterráneo--, el inmueble estará «levantado sobre 1,5 metros de altura» en parte del semisótano para garantizar que no entrará nunca el agua en el interior. La pérdida de espacio se compensará unificando esos dos semisótanos en uno solo con altura suficiente para albergar otros usos que ahora se están valorando por parte de sus actuales dueños.

Mientras, en el interior de las cinco plantas se alojarán los residentes, personas de la tercera edad que tendrán a su disposición habitaciones individuales y dobles de altas prestaciones. Poco a poco irán anunciando la oferta porque, si todo dura solo un año habrá que correr también para garantizar un alto grado de ocupación.

Mientras, Cosculluela destaca las ventajas de ubicar su residencia en un entorno como el parque del Agua de Zaragoza, de amplios espacios verdes y un ambiente saludable. Y en una zona que su llegada quizá contribuya a revitalizar también. De eso se deberá ocupar el ayuntamiento, que ha sido testigo de los actos de vandalismo y daños sufridos en el interior del edificio. Se observan a simple vista, a pesar del vallado metálico que pretenden blindar, sin éxito, el perímetro, a dos alturas, del edificio.

Ni siquiera se salva el sótano donde la empresa que mantiene el parque, Grupo Raga, guarda materiales y maquinaria (y algún resto de la Expo del 2008 que todavía reposa tirado por el suelo). Los intrusos son habituales en él, pese a las vallas y cadenas que impiden el paso. Un vandalismo que quizá desaparezca.