En otras comunidades el retorno a casa tras el agosteño mes supone una cierta vuelta a la normalidad. Aquí no. Las fiestas del Pilar, a principios de octubre, suponen una especie de paréntesis que convierte al mes de septiembre en punto de encuentro, donde todo empieza, pero nada se remata a la espera de la conclusión de las fiestas.

Al menos en la amplia y variada oferta gastronómica que nos espera. El próximo mes comenzará la tercera edición de la Liga de la Tortilla, que busca reconocer la mejor de la ciudad. Pero también habrá una ruta de tartares y carpaccios, mientras que Teruel se centra en la feria del jamón y los productos de calidad, y Cariñena se hará presente en los establecimientos zaragozanos.

Llegará el Pilar y comeremos y beberemos bien en diferentes espacios, quizá como entrenamiento para el festival Aragón con Gusto, a finales de mes, que cederá el testigo al Concurso de tapas de Zaragoza, el más antiguo de España y, por tanto, del mundo. También la provincia de Huesca desarrollará sus certámenes en esta recta final del año, coincidiendo con las diferentes jornadas en torno a la trufa, cuya temporada comienza a mediados de noviembre. Y casi sin sentirlo nos ponemos en navidades, con su poderoso componente gastronómico, tanto familiar como público.

Quiérese decir que, aunque no lo sepamos -y, por tanto, no lo vendamos- nuestra comunidad, con Zaragoza al frente, disfruta un auténtico otoño gastronómico, plagado de eventos, con presencia de establecimientos, productos y productores. Un hecho insólito en nuestro país, dada la acumulación de eventos.

Y llegamos a todos, porque la mayoría se consolidan y repiten año tras año. Pero quizá deberíamos ser menos egoístas y darlos a conocer por el ancho mundo, para que el resto de la población disfrute con nosotros y aproveche nuestra privilegiada situación geográfica, en el centro del más importante cuadrante económico del país. ¿No toca ya, señores, contarlo?