Una cuestión de pelaje es lo que ayer juzgó la Audiencia Provincial de Zaragoza. Una empresa cunícola sentó en el banquillo a un empresario del sector, Albert R. L., por, supuestamente, apropiarse indebidamente nada menos que de 397.000 euros en pieles de conejo y provocar, a su vez, un agujero de casi 900.000 euros porque no pudieron hacer un negocio en China.

Un perjuicio que la compañía Gestora Cunícola SL pidió cobrar, además de solicitar tres años de prisión. Para la Fiscalía el desfalco no superaría los 160.000 euros, por lo que la pena la fijó en dos años y medio de prisión.

Para el procesado, la acusación no tiene base alguna y explicó que hizo «autoconsumo para compensar la cuenta deudora». Su intención era la de no tener que cerrar la planta de tratamiento de piel de conejo que tenía en Tarazona. Aseguró que las 209.000 pieles que supuestamente se quedó, correspondían al coste del curtido y al IVA de una máquina.

A favor de los denunciantes declaró uno de los empleados que fue, quien descubrió todo. Sostuvo, sin ningún género de duda, que las pieles que faltaban fueron robadas por Albert R. L., que para que lo pudiera vender tenía que tener una autorización.

De otros

Los denunciantes señalaron ante los magistrados que se percataron que les faltaban pieles y que las que tenían que comercializar no eran suyas.También quisieron dejar claro que para vender su mercancía, tenían que tener su permiso, lo que no sucedió, según explicó uno de los legales representantes. El hecho de que no estuvieran esas pieles les impidió iniciar un negocio en el mercado chino y tuvieron que devolver los 190.000 euros que empresas de este país les habían adelantado para iniciarlo así como establecer otros métodos de compensación.

El abogado defensor Carlos Estremera pidió la absolución al entender que el acusado anunció que iba a vender la piel y que fue liquidada.