En la pugna interna de Podemos, de cara a su asamblea general, priman los elementos ideológicos y estratégicos sobre los puramente programáticos, pero no por ello el debate interno de la formación de izquierdas alternativas deja de ser muy interesante y aleccionador.

Así me ha parecido, por ejemplo, la reivindicación de Pablo Iglesias del marxismo clásico, del comunismo.

De cumplirse, aprobarse y llevarse a cabo esta premisa ideológica, la posición que Iglesias defiende --hasta ahora con una ligera mayoría--, orientaría Podemos hacia un nuevo marxismo.

¿Qué medidas concretas propondría un Podemos identificado con el comunismo? ¿Nacionalizaría la banca? ¿Erradicaría la Corona? ¿Actuaría sobre los medios de comunicación y los medios de producción? ¿Nos alinearía internacionalmente con otras potencias? ¿Nos sacaría de las instituciones europeas, del euro, de la OTAN? Muchas preguntas y, por ahora, pocas o ninguna respuesta porque en Podemos, partido muy joven, todo se hace a la carrera y para antes de ayer, sin poso aún, sin equipos relevantes todavía, sin experiencia apenas de gestión y, a menudo, como se está viendo en Aragón, emitiendo demasiadas dudas, improvisaciones y alguna contradicción.

Pero Iglesias, al apostar por el marxismo, es coherente con su tradición, formación y pacto con Izquierda Unida, y se sitúa más cerca de la calle, del origen de su movimiento, de los indignados del 15--M y de la Puerta del Sol, prometiendo agitación y propaganda, disciplina en la que es un especialista.

Está por ver si es un gobernante, un hombre de Estado, siquiera un buen parlamentario, a lo que por cierto aspira, sin tanta parafarnelia revolucionaria,Íñigo Errejón.

Su ideología, mucho más moderada que la de Iglesias, se sitúa en una especie de centro izquierda, socialismo o socialdemocracia a la europea, en cuya acción de gobierno no se precipitarían grandes cambios, drásticas medidas, sino una lenta cascada de reformas, como en su momento hizo el PSOE. De ahí que Errejón sea el favorito del statu quo, mientras Iglesias siga causando inquietud por su radicalismo.

Debate ideológico intenso, en cualquier caso, que afectará al conjunto de la izquierda española. Ojalá que como un revulsivo.