Un año y seis meses de prisión. Ese el coste que ha tenido para un joven traficante zaragozano que no le diera tiempo de tirar a la cisterna de un baño todas las papelinas de cocaína que pretendía vender en una noche de fiesta. Fue durante un operativo policial contra el tráfico de drogas en un bar de la capital aragonesa, en septiembre del año pasado. Ahora la Audiencia Provincial de Zaragoza le acaba de condenar como autor de un delito contra la salud pública.

Junto a la pena privativa de libertad impuesta a Jacobo G. P., el tribunal le condena al pago de una multa de 150 euros. No podrá evitar su abono, puesto que los magistrados señalan en su sentencia que está acreditada la solvencia económica del procesado.

Los hechos por los que ha sido condenado tuvieron lugar sobre las 00.01 horas en el bar Ganivet de la capital aragonesa. Ante la presencia de varias dotanciones policiales en el interior del local, Jacobo G. P., se marchó corriendo a los baños del establecimiento, donde arrojó en el interior del inodoro un objeto, apretando el botón de la cisterna. Una sustancia indeterminada que consiguió deshacerse, si bien no fue lo suficientemente rápido para hacer desaparecer toda la que llevaba encima.

Los agentes se introdujeron en el baño y le realizaron un registro de seguridad. En el interior de un bolsillo con cremallera del calzoncillo hallaron una bolsa conteniendo tres envoltorios de plástico con cierre de alambre de color verde, conteniendo sustancia estupefaciente. Era cocaína. En otro bolsillo, el delantero del pantalón le hallaron un monedero con cremallera que contenía nueve alambres de color verde y diversos billetes de distintos importes, por una cantidad total de 75 euros.

La droga ocupada alcanzaría en el mercado ilícito el precio de 146,62 euros. El análisis de la misma determinó que las sustancias aprehendidas eran 0,9 gramos de cocaína con una riqueza del 69,38%, 0,68 gramos de cocaína con una riqueza del 74,08%, 6,05 gramos del anfetamina con una riqueza de 74,08% y 0,28 gramos de cocaína con una riqueza del 26,88%.

Los magistrados de la Audiencia de Zaragoza reconocen que Jacobo G. P. es consumidor de droga, ya que los forenses que analizaron su cabello encontraron restos de estupefacientes en el mismo, por lo que tiene mermadas levemente sus capacidades volitivas.