Elías Yanes, el que fuera arzobispo de Zaragoza durante casi 30 años, fue despedido ayer entre aplausos en el interior de la basílica del Pilar, donde recibió cristiana sepultura. Un gesto de cariño y reconocimiento que sorprendió a muchos por el lugar santo en el que se realizaba, aunque a otros les recordó el último adiós al cardenal Vicente Enrique y Tarancón en la colegiata de San Isidro de Madrid. Paradógicamente, Yanes fue el secretario de la conferencia episcopal que presidió Tarancón en la Transición española.

Las exequias fueron presididas por el arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez, quien estuvo acompañado en el altar mayor por seis cardenales, siete arzobispos y 22 obispos. Entre ellos destacaron el presidente del máximo órgano de gobierno del prelado español, el cardenal Ricardo Blázquez; su vicepresidente y arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares; y los arzobispos de Madrid y Barcelona, Carlos Osoro y Juan José Omella. Este último fue obispo auxiliar de Zaragoza cuando Yanes presidía la conferencia episcopal.

MANTO

Durante la ceremonia, el féretro con los restos de Elías Yanes ocupó la nave central de la basílica-catedral. Sobre el mismo se depositó la casulla, la mitra, el báculo pastoral y el evangeliario. A esos símbolos su secretario personal, Antonio González, añadió un manto de la Virgen del Pilar, el que representa la fuente de la sabiduría. Fue el que acompañó a Elías Yanes en sus últimos días en la residencia sacerdotal de la Fundación Tobías. Estuvo flanqueado por sus familiares, 200 sacerdotes y una importante representación institucional entre los que resaltaron el Justicia de Aragón, Fernando García Vicente; el consejero aragonés de Sanidad, Sebastián Celaya, y la vicealcaldesa de Zaragoza, Luisa Broto. También hubo dirigentes del PP, PSOE y CS.

Yanes fue definido por el arzobispo Jiménez como «un pastor bueno y prudente» y subrayó sus primeros años de episcopado, que coincidieron con el postconcilio Vaticano II y la Transición española. «Fueron tiempos que exigían mucha lucidez para distinguir las voces de los ecos y quienes vivieron en ese momento supieron ofrecer una palabra orientadora desde la misión pastoral de la Iglesia y tuvieron licencia de maestros y seguridad de guías, apoyados por el Papa Pablo VI.

También destacó de su etapa al frente de la diócesis la restauración de la catedral de la Seo, dentro de un empeño por recuperar el patrimonio histórico y artístico de la diócesis, así como su acción pastoral inspirada en el Concilio Vaticano II, en cuyo marco celebró un sínodo diocesano.El arzobispo Jiménez no pudo dejar de lado su «ingente trabajo de estudio» del prelado y sus publicaciones teológicas, de mariología, de la Doctrina Social de la Iglesia, sobre la enseñanza y catequesis y sobre la Acción católica, «uno de sus campos preferidos». De hecho, su extensa biblioteca personal se unirá a los fondos de la Iglesia en Zaragoza.

Al término de la ceremonia, fieles y religiosos dieron sepultura a Yanes en la cripta de la basílica. Un lugar que solicitó en sus últimos deseos y que no extrañó a quienes conocían a este canario hijo adoptivo de Zaragoza. Su capillita portátil que le acompañaba así lo reflejaba. En ella estaba una imagen de la Virgen del Pilar y otra del Santo Cristo de Telde (Gran Canaria).