Después de ser "vetado" en varias ediciones en ARCO por su espectáculo "Congress Topless" (El congreso en pelotas), Yann Leto regresa a este espacio "con más calma" y sin ganas de "polémica", con un óleo titulado "Francisco", en referencia al Papa, y una escultura de cigarrillos.

Todo ello con la vista puesta en su próximo proyecto, exponer un cuadro de gran tamaño, "el más grande de España", del que solo adelanta a EFE sus grandes dimensiones: doce metros de largo por seis de alto.

Regresa a la Feria Internacional de Arte Contemporáneo después de la edición de 2014, cuando a Leto (nacido en Burdeos en 1979 y residente en Zaragoza), se le ocurrió montar una "performance" titulada "Congress Topless" (en la que aparecían dos estríperes contoneándose en una barra) en una época en la que "justamente" en el Congreso de los Diputados se estaban decidiendo unas leyes que, a su juicio, "atentaban directamente al derecho de la mujer".

Se refiere al debate sobre el aborto que se abrió por entonces y que, según él, suponía "volver a degradar el estatus de la mujer".

Ante esta situación, decidió montar "un club de estriptis", con el que pretendía "recrear el típico sitio donde se reunían los políticos, la casta con el puro".

Volviendo la vista atrás, argumenta que su "veto" en ARCO no estuvo motivado porque las bailarinas se desnudaran ni mucho menos, sino por "la simbología de la obra: era una crítica a la casta política y la quise representar reuniéndose para hacer sus negocios en este tipo de clubes", alega.

Por entonces, exponía en ARCO con la galería T-20, de Murcia, que según defiende también fue excluida, al igual que él, en ARCO en 2015.

A pesar de no ser seleccionada para esa edición, T-20 finalmente sí concurrió pero fuera del programa general e invitado dentro de los "Solo Project" y en 2016 la galería concurrió sin problemas.

Desde aquel lío que montó con su "congreso", le han vuelto a "aceptar" este año. "Hemos hecho las cosas bien, no queremos crear ninguna polémica", explica.

En esta ocasión presenta con la misma galería su obra "Francisco", de 2,60 x 2 metros, que pintó en 2013 tras la elección del papa Francisco y que, según considera, vuelve a ser actualidad con la "era Trump". En la obra aparece el Vaticano y la Casa Blanca. "Viendo el cuadro es interesante que cada uno se haga su propia opinión".

La segunda obra que exhibe es una escultura de cigarros, que se titula "365 cigarrettes" y que trata sobre el "consumo y la inmediatez".

Tras todos estos vaivenes, su retorno a ARCO ha sido dulce y considera que le dejan "mucha libertad". "Ahora el control que existe es el del propio mercado; al fin y al cabo es un negocio. Si una pieza no está presente en ARCO es porque no funciona, no porque puedas provocar algún tipo de censura".

Leto estudió Bellas Artes en Burdeos y trasladó en 2006 su residencia a España, donde empezó a trabajar en 2008 con una galería de Valencia y poco tiempo después con T-20, galería que siempre le ha apoyado.

Sus obras, al menos algunas, no dejan impasible al público. Por ejemplo, sorprendió en 2013, en ARCO también, con una instalación que representaba una cruz gamada con luz verde de farmacia, una obra que no estuvo exenta de polémica, aunque él defiende que "fue bien recibida".

La obra en cuestión suponía una crítica a la industria farmacéutica, que no invierte "un duro" en enfermedades raras.

Se considera un artista que pinta y esculpe "por el placer de crear". "No me considero un artista político como puedan ser otros. Veo la realidad como uno más".

Ahora tiene en mente su próximo proyecto, su pintura de gran tamaño, que está pendiente de exponer en un museo, pero del que no puede hablar porque tiene que ser "discreto", aunque "pronto saldrá a la luz".