Gustavo Adolfo Bécquer fue protagonista ayer de un juicio celebrado en la Ciudad de la Justicia de Zaragoza. No el autor de Rimas y leyendas en carne y hueso, sino la estatua que de él hizo el escultor sevillano Luigi Maráez y que fue arrancada de su pedestal en el pueblo de Trasmoz en la noche del 22 de abril del año 2014.

La figura apareció, troceada, junto a una chatarrería de Tudela, donde fueron detenidos los supuestos autores del expolio, una pareja de Tarazona que ayer se sentó en el banquillo de los acusados del Juzgado de lo Penal número 7, junto al dueño del desguace. Se enfrentan a penas que oscilan entre los dos y tres años por robo con fuerza (los sospechosos del robo) y receptación (el chatarrero), según las conclusiones provisionales de la fiscala y del acusador particular, Santiago Palazón, que interviene en nombre del Ayuntamiento de Trasmoz. La obra está valorada en 35.000 euros.

«Yo corté la estatua en trozos, durante todo un día, en la nave del chatarrero, pero no la robé», subrayó ayer Gregorio A. P., considerado el autor material de la sustracción, que cumple condena por una serie de delitos contra la propiedad. Sin embargo, el torso de la figura de Bécquer fue descubierto por la Policía Foral en el maletero del coche de su pareja, María Rosario M. C.

El vehículo, del que salía humo, se hallaba bloqueado, invadiendo la calzada, en una calle del polígono industrial Las Labradas, en Tudela. Allí mismo se encuentra la chatarrería de Fernando S. C., quien aseguró que no les quiso comprar la estatua al no tener claro su origen.

En la misma vista oral, que se suspendió debido a que una confusión impidió citar a dos vigilantes de una nave contigua al desguace, se ventilaba también el robo de una placa del cementerio de Trasmoz, el de una campana de un convento navarro y el de un globo terráqueo y un libro, ambos de bronce, que estaban en una estatua de María Moliner en el pueblo de Novallas. La abogada de Gregorio, Carmen Sánchez, pide para él seis meses por dos delitos de hurto (el globo terráqueo y la placa), y considera que en el caso de la estatua de Bécquer actuó como mero receptador «en grado de tentativa».

El chatarrero declaró que Gregorio trasladó el torso de la estatua «a rastras» desde el coche hasta su nave, pese a que le había prohibido entrar. En total, la escultura pesaba unos 300 kilos y la cabeza estaba separada del cuerpo.

Los agentes de la Policía Foral que intervinieron en el caso, que llegaron casualmente al polígono cuando patrullaban por la zona, manifestaron que el chatarrero había colaborado con ellos en todo momento.

Javier Moliner, exalcalde de Trasmoz, indicó que la figura «no pertenece al ayuntamiento». Y su autor, el escultor sevillano Luigi Maráez, abundó en la misma idea al sostener ante la jueza que él asumió casi todo el coste de la obra, «37.500 euros de mi bolsillo», porque la suscripción popular organizada en las redes «no tuvo éxito». El artista se mostró dispuesto a hacer una nueva estatua para sustituir a la robada, para lo que habrá de partir de cero, pues «los moldes no sirven».