Hoy sí. El Ebro ya tiene nuevo compañero. La embarcación Félix de Azara II se estrena, al fin, por todo lo alto. Más grande, económica y abierta a todo tipo de posibilidades. ¿Por qué? Porque en este barco hay espacio incluso para celebraciones particulares.

Su recorrido es conocido por todos, desde el embarcadero de Vadorrey hasta el de la Expo, haciendo parada en el club Náutico. Alrededor de 45 minutos que dan para mucho. A cinco o seis nudos, es decir, diez kilómetros por hora, a uno le da tiempo a descubrir de todo. Huellas de la batalla de la Independencia contra los franceses, vecinos de toda la vida que no hay un día que no pasee por la ribera (según contó el capitán), cloacas secretas y ocultas por los árboles así como antiguos molinos. También hay novedades como las islas creadas por las corrientes de este año.

La oferta

Este navío tiene 55 plazas que, a diferencia de los Ebrobuses que acostumbraban a surcar el río, están al aire libre. Además, la estructura de este barco austriaco permite retirar parte de los bancos dejando libre la zona céntrica del mismo. 9,80 metros de largo, 3,66 de ancho y tres de alto son suficientes para elegir este escenario fluvial como rincón de celebración.

Dos bodas ya han contratado los servicios del Félix de Azara II para trasladar a los invitados desde el club Náutico hasta el embarcadero de Vadorrey. Y dos despedidas de soltero celebrarán su fiesta a bordo del catamarán. Quién sabe si de los mismos novios que tras el sí quiero también se trasladaron a través del río.

El paseo por el Ebro, sin quererlo, tiene una oferta muy variada en sus alrededores. Si se buscan emociones fuertes, aunque mínimas, los puntos perfectos son los puentes, sobre todo, el de la pasarela del Voluntariado. Es el momento en el que el navío hace halago de sus 140 caballos de motor al ser la zona en la que la corriente es más fuerte y necesita un empujón.

Al pasar por el puente de Piedra se pueden apreciar los impactos de las balas y cañones en las piedras conservadas de la batalla contra los franceses que acabó con el puente derruido. Si se busca el detalle, en las gigantescas rocas rectangulares se puede ver un símbolo, una A que corresponde a la firma del cantero.

La vegetación de las riberas esconde pequeños secretos de hace siglos. Por ejemplo, los Molinos alemanes, llamado así al haber sido regentados por alemanes. También, si se busca, se puede encontrar la famosa tubería que da al Foro Romano o unas antiguas cloacas medievales.

Verdades y mentiras

Que el Ebro es un río peculiar es sabido por todos, que no sea navegable "no es verdad". Lo asegura el capitán del navío, Julio Jiménez. Acostumbrado a conducir los Ebrobuses, admite que el Félix de Azara II tiene más potencia, algo que se agradece en los tramos más complicados, es decir, al cruzar los puentes. La explicación es sencilla. El escaso calado de estos tramos origina fuertes corrientes. No obstante, la nueva embarcación supera ambos obstáculos con creces. Su calado con más de 3.000 kilos de peso es de 45 centímetros y su motor a propulsión y de 140 caballos supera la zona sin problemas. El capitán lo tiene claro. "Hasta ahora Zaragoza vivía de espaldas al río. La adquisición de este barco es una puerta por el futuro". Apuesta o no, desde el 23 de julio han pasado por los Ebrobuses alrededor de 2.700 personas. Las previsiones apuntaban a terminar agosto con 3.500 pases vendidos pero, con el estreno del barco austriaco la empresa confía en superar su objetivo.

Ya no se verán más los barcos amarillos por el río, sino el Félix de Azara II. Por delante tiene un trabajo duro: demostrar que el Ebro sí es un río navegable y que los barcos no se encallan.