Aunque sea por una coincidencia en el tiempo, el Ayuntamiento de Zaragoza va a poner en marcha una adaptación de los más de 2.000 pasos de cebra con semáforos a lo largo de este año. Para adaptarse a una normativa exigida a todas las ciudades de España para antes del 2019, se trata de un proceso que los hará más seguros para el viandante. Al menos es el objetivo que persigue acompasar los tiempos que este tiene para cruzar y ampliar el que transcurre con el muñeco intermitente, momento en el que se avisa de que el verde pasará a rojo de forma inminente. Ahora es de tres segundos y, este año, en algunos casos podría llegar a doce, cuatro veces más.

Los trabajos se realizarán de forma progresiva en todos los pasos semaforizados, aunque está previsto «comenzar en breve con los cien primeros», ubicados todos ellos en el centro de la ciudad. Posteriormente se llegará al resto de distritos. Y eso incluye también las «700 intersecciones» que existen en la capital aragonesa. La adaptación tiene que ser integral y afecta, especialmente, a la programación de todos los semáforos, ordenando el paso de vehículos y peatones y cumpliendo las exigencias de una norma que solo ponía una excepción: que el coste para las arcas fuera desmesurado. Pero no es el caso.

RAZONES TÉCNICAS

El responsable del servicio de semáforos en Zaragoza, José Antonio Chanca, argumenta que Zaragoza puede acometer esta revisión porque, entre otras cosas, «un alto porcentaje» de estos más de 2.000 postes semafóricos ya cumplen parcialmente con la normativa nueva. En la parte en la que el semáforo está en verde para el peatón. Lo que no lo está es la ordenanza municipal. Esta dice que, como mínimo, se debe ofrecer tiempo suficiente para poder atravesarlo «a una velocidad de 0,7 metros por segundo», cuando la norma ahora exige que sea «de 0,5». Es decir, que el viandante pueda recorrer un metro cada dos segundos, cuando ahora podía ser de hasta 1,4 metros.

Técnicamente, es un tiempo más que suficiente para cruzar un paso de cebra, y se amplía para llegar a todos los tramos de edad, pero eso se traduce en más segundos en verde, en función de la longitud a recorrer. Cuanto más espacio, más segundos, en una medición que, en el caso de las vías con refugios intermedios, incluye toda la distancia, de una acera a otra, pero la velocidad mínima se eleva a 1 m/s.

La otra novedad afecta al tiempo que transcurre desde que el muñeco del semáforo empieza a parpadear cuando está en verde hasta que pasa a rojo. En la actualidad, la duración estándar es de tres segundos, pero ahora eso cambiará, ya que se tendrá que adaptar a otro criterio, que es «el tiempo que se necesitaría para ir desde mitad de la calzada a la acera a una velocidad de 0,5 metros por segundo». Este planteamiento técnico se traduce en que ese mismo tiempo «se puede llegar a multiplicar por cuatro». En calzadas de tres carriles, la longitud total es de unos once metros, la mitad serían 5,5 y a 0,5 metros por segundo se necesitarían 11 segundos. Ahora tarda tres», explicaron a este diario desde Movilidad.

Sin embargo, el consistorio va a intentar flexibilizar el tiempo global para que la espera para los vehículos, que durante todo ese tiempo tendrán el semáforo en rojo, no sea excesiva. Así, cruzar esa misma calzada en verde, al peatón le concedería, a 0,5 m/s, 22 segundos, más 11 de intermitencia, se elevaría a 33. Ahora está en unos 25. Serían 8 adicionales. Sin embargo, se ve más relevante que esté en intermitente a que esté en verde, porque esto es lo que «disuade de cruzar cuando el semáforo ya está advirtiendo al peatón de que se va a cambiar a rojo».