Zaragoza está ultimando los flecos de un dispositivo llamado a revolucionar la movilidad en España. Una tarjeta monedero universal, o única, como podría denominarse, que nace como evolución lógica de la ya existente tarjeta ciudadana, y que, impulsada desde el Ayuntamiento de Zaragoza, nacerá para llegar a los miles de personas no empadronadas que se mueven a diario por la ciudad. Un único dispositivo que sustituya a todos los que ya existen y con el que poder utilizar todos los medios de transporte públicos de la capital aragonesa, incluido el Cercanías -una relevante novedad que lleva años persiguiendo-, pero también el servicio Bizi, la zona azul, los aparcamientos disuasorios y, lógicamente, el tranvía y el bus, tanto el urbano como el del Consorcio de Transportes del área Metropolitana (CTAZ).

Se han dado muchas pistas desde el consistorio en los últimos meses, incluso plazos que luego no se han podido cumplir, pero el futuro ya está más cerca para los usuarios del transporte público que no están empadronados en Zaragoza. «A finales de octubre o principios de noviembre» está previsto poner en pruebas esta tarjeta que aún no ha sido bautizada pero sí tiene a sus primeros destinatarios claros.

MÍNIMO 3 MESES

Se pondrán en circulación «10.000 unidades» que se distribuirán, principalmente, entre la comunidad universitaria, «entre 5.000 y 6.000» irán para ellos, y los vecinos de Utebo, «otras 2.000 o 3.000». El resto las distribuirá el Ayuntamiento de Zaragoza, aunque está por determinar qué criterios se emplearán para elegir a los destinatarios de las mismas. Porque su función va a ser poner a prueba la efectividad de esta tarjeta única, identificar posibles fallos a corregir o ir añadiendo mejoras que seguir testando.

Porque lo único que se conoce ahora es que las pruebas durarán «como mínimo tres meses», pero es complicado determinar cuándo concluirán por los imprevistos que pueden surgir en el camino. Aunque, si todo funciona como se espera y no surgen errores de envergadura, este dispositivo podría abrirse a todos los usuarios interesados en el 2018, cuando se prevé expedir «200.000 unidades».

En ese momento, ya se podrán dejar de distribuir tanto la actual tarjeta del CTAZ, la Interbús, como la propia tarjeta bus de Zaragoza, la única herramienta anónima para desplazarse en transporte público, transferible entre los diferentes miembros de una misma familia, pero que solo sirve para ir en bus o en tranvía. Un paso que Zaragoza lleva intentando realizar desde hace años, principalmente porque el ayuntamiento quiere expedirlas por sí mismo, y no dejar esa labor en manos de la contrata, Avanza.

Así que un vecino de Utebo, con una misma tarjeta podrá bajar a Zaragoza en el cercanías, bajarse y coger el tranvía y, a continuación una bicicleta pública con la que hacer sus desplazamientos. Y, lo que es más importante, con un transbordo que, en el caso de la línea de Renfe, no será gratuito como en el caso del bus y el tranvía, sino «bonificado». Esto es, bajar del cercanías y subir al tranvía o al bus le saldrá gratis el segundo viaje al usuario, pero al revés solo se descontará el precio del transporte urbano a la tarifa habitual de Renfe.

Y, lo que es más importante, será así para los vecinos de Utebo, pero también para quien suba en Miraflores, Goya, Portillo, Delicias y Casetas. Como si fuera un metro. Y a la espera de que, como pretende la DGA, en un futuro se pueda implantar el tren-tram, o Aratren como lo bautizó CHA.

Por último, la tarjeta cuando esté en la fase de pruebas será únicamente de prepago, de recarga, pero el objetivo es que el año próximo pueda funcionar de pospago también, vinculada a una cuenta bancaria.