Se les pudo ver sonrientes repartiendo folletos en la plaza del Pilar y poniendo orden en la popular cabalgata del Circo del Sol en el recinto de Ranillas. Y en decenas de rincones y cometidos. El año 2008 fue el año de los voluntarios. El año del espíritu de la Expo. Y al terminar la muestra internacional más de 15.000 ciudadanos se habían dado de alta como voluntarios.

Tras el importante salto que supuso su integración en el Ayuntamiento de Zaragoza, el cuerpo de voluntariado lleva bastantes años tratando de encontrar su sitio en la ciudad. Y lo ha hecho sin poder superar la cifra de 4.000 inscritos en la que se estancó en el 2009. Y de ellos, solo varios centenares participa con asiduidad en las tareas que se les proponen.

La creación de un paquete de servicios estables ha sido una labor fundamental para garantizar su actividad. Para evitar un número mayor de deserciones tienen sobre la mesa un abanico de posibilidades que se estructura en cuatro bloques. La aceptación de cada uno de ellos depende del perfil del voluntario.

cuatro áreas / Por un lado está la atención del visitante y todo lo relacionado con el turismo y el acompañamiento en los congresos. También ejercen labores asistenciales, para ayudar en la Casa de Amparo o con organismos solidarios. Esta es la labor menos visible, pero la más humana, según destacan. Y en el lado contrario están los grandes eventos y las fiestas. Acuden al maratón, al tragachicos o a las cabalgatas a echar una mano y colaborar con la organización. El último grupo es colaborar en la propia oficina para coordinar y avisar a los miembros activos. Su última sede se encuentra en la casa consistorial.

El servicio municipal depende de la oficina técnica de Participación, Transparencia y Gobierno Abierto. La responsable actual, Charo Viela, destaca que el único requisito para formar parte del cuerpo es superar una formación básica. En el último año, desde que accedió al puesto, por este proceso han pasado 90 nuevos voluntarios. La mayoría responden al mismo perfil: una persona mayor, generalmente mujer, que acaba de acceder a la jubilación. «Aportan mucha experiencia», destaca.

cicerones turísticos / Para intentar bajar la media de edad, desde el consistorio están trabajando en nuevos servicios que puedan ser más atractivos para la gente joven. Por el momento se está pensando en el turismo, sobre todo para aprovechar el conocimiento en lenguas extranjeras de este sector de la población. De hecho, 35 de los últimos inscritos son estudiantes universitarios.

Desde hace unas semanas los voluntarios que lo desean ejercen como cicerones para los visitantes. Haciendo gala de su fama como «cara amable» de la ciudad pasan unas horas con los recién llegados para explicarles cuáles son sus rincones favoritos, los lugares en los que hacen las mejores tapas o los espacios que normalmente pasan desapercibidos. «Es como si un amigo te enseña la ciudad y además te habla en tu lengua materna», precisa Viela. Para apuntarse es necesario entrar en la web municipal de turismo.

Algunos de los que todavía colaboran entraron en el cuerpo en el 2006 cuando todavía era una agrupación sin oficializar. «La ciudad poco a poco ha ido entendiendo nuestra labor», señala Marcial Sanmartín. Y en este tiempo han participado, desde los laterales y con mucho entusiasmo, en gran parte de las actividades que han marcado en discurrir de Zaragoza. «Es lo mejor que me ha pasado nunca, aprendemos algo todos los días», indica Margarita Enseñat.