De nuevo el debate sobre el ocio nocturno y la regulación de las zonas saturadas se pone sobre la mesa en el salón de plenos del Ayuntamiento de Zaragoza. Ayer, a propósito de las quejas que están suscitando iniciativas novedosas como el Juepincho en el entorno de La Magdalena y la calle Heroísmo, con decenas de quejas y denuncias por el ruido y el incumplimiento de los horarios, derivó en un compromiso del Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC) de revisar la normativa en esta legislatura y concitar la opinión de vecinos y comerciantes para resolverlo. Y aprovechó para anunciar que el consistorio ha decidido publicar en su página web la licencia de todos los bares y pubs de la capital aragonesa para que el ciudadano, al menos, pueda conocer las características que se le han autorizado al negocio a tener y, sobre todo, sus horarios de apertura.

Según explicó el responsable de Urbanismo del consistorio, Pablo Muñoz, existe cierta confusión sobre lo que estos locales tienen o no permitido hacer y desemboca en denuncias por ruido que "muchas veces tienen más que ver con los que están en la calle que con los que están dentro" del establecimiento. Aunque admite que puede generar molestias y hay que revisar cómo se regula con una ordenanza municipal que, en su última actualización, no contemplaba iniciativas emergentes como puede ser el citado Juepincho.

PANES CON DEGUSTACIÓN

La petición, trasladada por el concejal Pedro Navarro, del PP, ponía el acento también en el otro extremo de la balanza: las zonas saturadas para la normativa que ya no lo son tanto. Como el entorno del Royo o de la calle Doctor Cerrada que puede tener calles en las que siga habiendo actividad en horario nocturno pero que ya no es tanta como en el pasado. De hecho, la normativa municipal actual es tan estricta por tener esa calificación que no permite diversificar a otras actividades vinculadas a la hostelería que ahora podían tener cabida en estos lugares de la capital aragonesa.

Su petición, además, iba acompañada de una queja: el escaso interés que se presta a "panaderías que venden tres panes y sirven 300 cafés al día". Su calificación es distinta a la de un bar pero su actividad, acotada en los llamados "espacios degustación" acaba ocupando, según el edil conservador, "casi el 90% de todo el establecimiento", con el consiguiente "malestar" que genera a los locales que tienen licencia como cafetería o bar.