Zaragoza quiere conseguir el estatus de ciudad del comercio justo, al igual que otras como Madrid, Valladolid o Córdoba. Para alcanzarlo, la capital aragonesa convirtió la plaza del Pilar en una gran lonja de productos en los que la explotación laboral, la contaminación del medio ambiente y la falta de identidad cultural no tuvieron cabida.

Decenas de zaragozanos como Olga Vicente se acercaron a adquirir productos, ya que como reconoció es una fan declarada de ellos. "No nos damos cuenta de que no solo es calidad, sino que tienen un significado muy importante detrás como, por ejemplo, que ningún niño se ha visto obligado a elaborar esta barra de chocolate", apuntó, mientras admitía que "a pesar de que son un poco más caros, merecen la pena". En su cesta de la compra había galletas, chocolatinas, pastas, azúcar y café que había adquirido en Intermón Oxfam.

Otros como Mariano Pérez reconocían que habían aprovechado el buen día y que se habían acercado a "curiosear", si bien había decidido comprar café y una pulsera para la nieta en la carpa de la Federación Aragonesa de Solidaridad (FAS), que fue la organizadora de este particular zoco junto al Ayuntamiento de Zaragoza.

María del Carmen Silvestre era una de las mujeres que se encontraban allí vendiendo en una caseta instalada por la orden del Corazón de María. "Como peruana que soy, debo reivindicar más si cabe la importancia de estos productos porque con ellos se ayuda a muchas personas que no tienen las posibilidades que aquí podemos disfrutar". En el mismo sentido se refirió Pilar Colás, de Cáritas Diocesana, quien señaló que "hay muchos proyectos que se financian gracias a este tipo de compras". En su opinión, "todavía falta conciencia en las bondades del comercio justo".

A la fiesta del comercio justo acudió la vicealcaldesa de Zaragoza, Luisa Broto, quien, junto al presidente de la FAS, Ricardo Álvarez, recorrieron los puestos y sirvieron café a los asistentes.