Cuántas esculturas o monumentos más tienen que resultar dañados para que Zaragoza empiece a preocuparse por el vandalismo? Lo ocurrido la semana pasada con el Quiosco de la Música del Parque Grande José Antonio Labordeta, destrozado por tres personas que ya han sido detenidas y están en libertad con cargos, es el cuarto episodio de este tipo que se sufre en la capital aragonesa en el escaso margen de seis meses. A este bien catalogado se suman otras obras que resultaron igualmente atacadas en el listado que ya maneja el ayuntamiento, desde el pasado mes de septiembre, cuando Las Fuentes amaneció con la pieza de El Equilibrista seccionada por los tobillos y robada. Tras ella, le siguieron la intervención artística Water Wagon bajo el puente de la Almozara y el jotero del Royo del Rabal, en el barrio del Arrabal.

Algunas de ellas siguen en reparación aún hoy, mientras sus culpables están por localizar o a la espera de recibir el castigo en forma de sanción económica o algo más. Porque la intencionalidad o las circunstancias son atenuante o agravante en un delito que puede limitarse al hurto o llegar al de atentado contra el patrimonio, penado con cárcel.

El 1 de septiembre del 2016 se denunció la sustracción de una escultura situada en la glorieta Ciudad de Sarajevo, cortándola a la altura de los tobillos y dejando únicamente los pies de la escultura. Era El equilibrista, del Colectivo Pablo Serrano, que representaba en bronce a un hombre caminando sobre la vía del tren, y personificaba el difícil equilibrio entre el amor y el odio, en referencia a la guerra de los Balcanes. Su valor era de 6.000 euros.

Dos meses después, el 10 de noviembre, se atacaba a la escultura más valiosa de las dañadas hasta ahora. Valorada en 275.000 euros, la intervención artística creada para la Expo y bautizada como Water Wagon sufrió el robo de parte de una escultura que lleva la firma de Atelier Van Lieshout. Representa a un grupo de personas tirando contracorriente de una carreta simbolizando el carácter perseverante y tenaz de los aragoneses. Está todavía en talleres reparándose.

La última en sufrir daños fue el jotero El Royo del Rabal, realizada por Carlos Ochoa. Amaneció con numerosas fracturas provocados por golpes y pedradas, además de grafitos y pintadas. Estataba hecha en poliéster y fibra de vidrio y su valoración es de 12.020 euros.