Las fronteras de Zaragoza tienen gateras. Y la modernización de sus infraestructuras ha complicado más todavía su vigilancia, una tarea que comparten la Agencia Tributaria y la Guardia Civil, en quien recae la competencia de resguardo fiscal del Estado.

El aeropuerto de Zaragoza se ha convertido en el tercero de España en tráfico de mercancías. Según los datos de Aena, el año pasado circularon por sus instalaciones 48.609 toneladas de género --más de 130 diarias de media--, un volumen solo superado por los complejos de Barajas y El Prat de Llobregat.

El complejo aeronáutico zaragozano baja al vigesimoctavo puesto en la clasificación por pasajeros, aunque pasaron por él 751.097, y desciende al número 32 en la de operaciones realizadas, con 11.970.

Los efectivos para controlar las remesas y los equipajes de los viajeros son mínimas. La Guardia Civil tiene destinados en el aeropuerto un pequeño número de agentes que ni siquiera disponen del apoyo de un perro adiestrado de forma permanente que pueda marcar envíos o bultos sospechosos de ocultar efectos prohibidos.

Un portavoz de la Comandancia del instituto armado en Zaragoza indicó que los servicios están cubiertos en el aeropuerto, y que el Grupo Cinológico de la Guardia Civil se desplaza allí regularmente y siempre que se solicita su presencia. La misma fuente anotó que nunca hubo perros adiestrados de forma permanente en el complejo aéreo, cuyo volumen de mercancías se ha multiplicado por más de doce en seis años. En el 2005 el trasiego se reducía a 3.854 toneladas.

CONTEDEDORES La remodelación del aeropuerto en vísperas de la Expo hizo que la aduana TIR, a la que llegan los contenedores de procedencia internacional con destino a Zaragoza y su provincia, fuera trasladada a un edificio de la plataforma logística Plaza en la que trabaja personal de la Agencia Tributaria y efectivos de la Guardia Civil.

Hasta hace unos años, en la aduana estaban destinados dos agentes del instituto armado, mientras que ahora hay uno o ninguno, situación --la segunda-- habitual en los meses de verano, cuando los despliegues de protección de las zonas turísticas merman la ya de por sí ajustada plantilla del cuerpo en Zaragoza. Esa falta de personal obliga a atender la frontera de mercancías a los efectivos del aeropuerto, lo que hace que un frente quede desatendido si es urgente cubrir el otro.

La escasez de personal hace que en ocasiones --nunca cuando el envío aparece en el llamado circuito rojo internacional-- la documentación para el despacho de mercancía sea cumplimentada sin que la remesa haya sido efectivamente inspeccionada.

El recinto de Plaza es el destino aduanero de toda la mercancía que llega a Zaragoza por vía marítima con origen en otro Estado.