Pensar en la cultura de Zaragoza y su patrimonio es pensar en Goya o Avempace, en la Cesaraugusta romana, en la Saraqusta árabe y su Aljafería o en el desastre que soportó en Los Sitios. También vienen a la cabeza todos los palacetes renacentistas que atesoran sus calles o monumentos, de sobra conocidos, como El Pilar o la catedral de la Seo, donde se coronaban los reyes de Aragón. También, las obras de arte que esconde el cementerio de Torrero o el tesoro -oculto para muchos- que es la Real Maestranza de Caballería. Igualmente, es sentir la vitalidad del Tubo a la hora del vermú o conocer las tradiciones, peripecias, crímenes y leyendas de las que fueron testigo sus calles. Es vislumbrar, elegante, la torre mudéjar de la Magdalena asomando desde el final de la calle Mayor. Todo ello sin olvidar sus museos y, por supuesto, el teatro, la danza y la música que ofrece a foráneos y paisanos. Es todo ello un conjunto único y, además, constituye una baza clave para atraer al turista mediante propuestas culturales.

Este planteamiento, que mezcla el ocio con el conocimiento, encuentra un lugar privilegiado en los planes del propio ayuntamiento, ya que la cultura se considera un eje vertebrador del plan de turismo municipal. «Gran parte de la oferta turística de la ciudad es cultural, en cuanto se refiere fundamentalmente a patrimonio», describe el gerente de Turismo, Enrique Pérez. Se trata de un programa que aglutina propuestas como visitas guiadas y, también, rutas tematizadas que se centran en aspectos concretos como el mudéjar, la gastronomía o la Zaragoza romana.

Parece que este planteamiento cuaja, puesto que las cifras del 2017 alcanzaron valores máximos: «Este año ha sido récord histórico, superando al año Expo», afirma Pérez. En total, 1.121.687 personas visitaron Zaragoza; 788.239 llegaron del resto del país y 334.448 del extranjero. En lo que se refiere a visitantes de fuera de las fronteras de españolas, el porcentaje «va creciendo», liderado por los chinos, que han experimentado un «grandísimo incremento».

Precisamente, en la celebración del día de Aragón en Fitur el pasado mes de enero, el alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve, se refirió a este nuevo público, que busca «una oferta de ciudad cultural, artística y lúdica». Como muestra el mutuo interés, el consistorio proyecta una visita a una feria de turismo que celebra la ciudad china de Zhenghou a finales de mayo.

Como puede constatase, el patrimonio es un gran activo de Zaragoza a la hora de mostrarse y seducir al forastero, pero no es su único rasgo destacable, también lo es su propia actividad cultural: «Es muy importante como argumento de promoción y venta de la ciudad», subraya el gerente, quien apunta que la capital aragonesa «tiene una actividad absolutamente continua a lo largo de todo el año». Para ello, existe una estrategia que persigue «vincular Zaragoza con una imagen más moderna de cultura activa, más contemporánea y de fácil acceso». Para ello se ha confeccionado una web, destinozaragoza.es, «donde se presentan los destinos culturales de la ciudad ligados a la actividad». Con esta idea quieren que cuando el visitante planifica su estancia, conozca que hay actividades todos los días: «es muy importante saber qué existe a la hora de elegir un destino», apostilla el gerente de Turismo Zaragoza.

Pero no solo el sector público se centra en el turismo cultural de la ciudad, sino que empresas especializadas también encuentran su puntal en esta forma de viajar. Una de ellas es Gozarte y lleva cerca de 20 años ofreciendo una amplia gama de actividades.

Visitas teatralizadas, propuestas que muestran las leyendas de la ciudad, rutas temáticas según los eventos del año y otras atractivas sugerencias que buscan, no solo al que viene, sino que el zaragozano «se convierta en turista en su casa», como señala su gerente, Carlos Millán. En ese sentido, afirma que desde Gozarte luchan contra ese tópico que reza que «Zaragoza solo es el Pilar, la Seo y la Aljafería» porque, precisamente, es una ciudad «que a la gente le gusta y le sorprende mucho. Pero que le sorprenda es algo que está en nuestro debe; significa que la hemos contado mal», reflexiona al respecto Millán.

A pesar de todos los desastres que ha vivido Zaragoza, algunos nefastos por la destrucción de elementos de gran valor, sostiene que «sigue habiendo un patrimonio fantástico, quedan cosas excepcionales» como la Real Maestranza o la cartuja de Aula Dei.

También destaca la oferta museística, con espacios como el museo de Tapices, «de los cinco mejores del mundo» en su campo, el Pablo Gargallo o el de Origami; «tres museos únicos», recalca. Además, apunta un recorrido que suele pasar desapercibido pero que resulta «súper agradable» y que permite conocer muchos elementos de la arquitectura del siglo XVIII. No es otra cosa que un recorrido por el Canal Imperial.

Por último, recuerda que Zaragoza es una ciudad con tres edificaciones declaradas patrimonio de la humanidad por la Unesco: la Seo, la Aljafería y la iglesia de San Pablo. Por todo ello, insiste que toda ese bagaje que atesora «hay que creérselo y trabajar».