La zona se va acostumbrando al ruido, al polvo y a los desvíos de autobús. A los vecinos no les queda más remedio que resignarse y aprender dónde coger ahora el autobús que les acerca al trabajo y tener en cuenta que al ir a por el pan se tiene que dar un pequeño --o gran-- rodeo para sortear las vallas.

El mayor problema que ven los afectados de las calles intermedias es que no entienden la llegada del tranvía como una mejora que cambie sus vidas. En este sentido, Merche, vecina de la Romareda, indicó que el tranvía es necesario para los nuevos barrios de Zaragoza, "pero no veo que beneficie en nada a la zona centro".

El cierre de un nuevo tramo de Fernando el Católico a partir de mañana traerá otros quebraderos de cabeza a la población, según destacó José Martí, uno de los voluntarios que asesoran a los zaragozanos en el recorrido de las obras. En estos dos meses ha observado que los ánimos de la gente que consulta son cada vez más positivos.

A pesar del buen ritmo de los trabajos, hay un sector descontento que no cambiará de opinión, el de los comerciantes, que lamentan no poder hacer el agosto durante la ansiada campaña navideña.