Fue una mañana sosa de baloncesto que se acabó a mitad del segundo cuarto, cuando el CAI Zaragoza llegó al partido, pero que enseñó algunas otras cosas jugosas, de presente y de futuro. Mostró, por ejemplo, cuáles son definitivamente las intenciones del equipo de José Luis Abós, un conjunto serio y hasta rotundo en el Príncipe Felipe. Ayer manejó el partido a su aire, acelerando a ratos la transición, matando en la zona cuando debió. Dominó prácticamente en todas las facetas, y ni siquiera su mal día en el lanzamiento exterior le turbó. Anda soñando este equipo, que no se detiene ante rivales que siente que son inferiores pese a que vayan por delante en la tabla. Se ha marcado como objetivo jugar los playoff. Está en el camino. Desde luego, estará en la pelea.

Es un reto, el reto. Quedan diez jornadas, hay que sumar la mitad. Así se llegaría a 18 victorias, una cifra con la que sería raro que el CAI se quedase fuera de la lucha por el título. Se estropea algo el asunto en los basketaverages con rivales directos, donde no salen las cuentas. Así que llegar a 17 triunfos sería jugársela, y alcanzar los 19 permitiría afrontar el tramo final desde otro punto de vista. Si Abós lograse meter a su equipo en el playoff, la temporada sería un éxito. Si lo hiciese, además, en la posición que ocupa ahora (6°), sería un temporadón.

Puede parecer descabellado, no lo ven tan así en el vestuario. Los jugadores del CAI, los importantes, han echado cuentas. Y a algunos les salen, aunque saben que el momento decisivo llega ya, a vuelta de Madrid, donde juega el domingo. El desafío inmediato lo componen Manresa, Barcelona y Fuenlabrada en casa, y las visitas a Murcia y Joventut. En ese tramo de calendario se aprecia la clave de la temporada. Aún quedaría Sevilla en casa y tres salidas (Bilbao, Gran Canaria y Obradoiro), las dos últimas consecutivas para cerrar la fase regular. Quedan muy lejos, parece todo tan cerca.

Anima pensar que el equipo está bien. Así se le ve, compacto y animado. Sigue defendiendo bien y ha ampliado su variedad en ataque, donde busca y encuentra otras soluciones. Fue otra de las cosas que enseñó ayer, su fortaleza como bloque más allá de los titularísimos. Esa facultad le permitió ampliar las rotaciones dentro de su corta plantilla, incluso repartir minutos sin miedo a sufrir. Ayer no estaba Archibald, renqueante de la espalda, y apareció Fontet en el quinteto titular. Acabó jugando 23 minutos. Ocho tuvo el joven Marín, 12 aprovecharon Almazán y Toppert.

Las valoraciones individuales finales fueron muy parecidas, otro aspecto que quizá defina el momento, seguro el partido. Sobresalió Pablo Aguilar, con buenos números rematados con un canastón. El granadino sigue girando en su juego para alejarse poco a poco de ese hombre alto dedicado casi exclusivamente al lanzamiento exterior. Gana él, gana el CAI, que ayer zarandeó al Lucentum, un rival que anda con la gasolina justa tras su gran primera vuelta, que ya parece un enemigo menos. Lo tuvo 63-38 a 5.30 del final, pero no lo estrujó, no le hacía falta. Lo dejó en el 65-49 final. Hay que guardar fuerzas porque llega la hora de apretar. Diez partidos para soñar.