Algunas aficiones, acaso las más importantes, las que más y mejor definen a cada uno, se transmiten de padres a hijos. La pasión por el deporte es una de ellas, así que ayer unas 650 personas, la mayoría niños acompañados de sus familias, aprovecharon la jornada de puertas abiertas del CAI Zaragoza para presenciar el entrenamiento del equipo de José Luis Abós, estar cerca de sus ídolos y compartir una tarde en familia, la propia y la del CAI Zaragoza, que continúa creciendo.

La experiencia volvió a resultar un éxito, igual que la temporada pasada. Antes de la apertura de la puerta ya había filas esperando para poder acceder y, en cuanto se dio entrada al recinto, los más pequeños entraron corriendo en busca del mejor sitio y empezaron a saludar a los jugadores y a pedirles diferentes recuerdos, como la cinta de Jones. Durante la sesión algunos murmullos, aplausos en las canastas, gritos de admiración en los tapones... que provocaban la sonrisa de los jugadores, no habituados a trabajar a diario con público. Algunos llevaban incluso aplaudidores, aunque el ruido no llegó nunca a perturbar la sesión. El respeto fue máximo durante toda la tarde.

Había seguidores de todas las edades pero, fundamentalmente, había niños de todas las edades, correteando con chupete, durmiendo en la silla, todos ellos muy formales, sentados, observando, aplaudiendo, esperando. Uno de los grandes objetivos de la visita era llevarse un recuerdo a casa así que, en cuanto finalizó el entrenamiento, los pequeños se agolparon en la grada telescópica para conseguir un autógrafo o chocar la mano de sus ídolos. Una manera de seguir fomentando la afición por el baloncesto y el acercamiento a la familia del CAI Zaragoza.