La primera vuelta de la Liga Endesa ha dejado dos Tecnycontas Zaragoza bien distintos, casi opuestos. El equipo aragonés comenzó siendo un grupo unido, alegre, cohesionado, que peleaba. Podía ganar o perder pero existía la certeza de que el conjunto de Andreu Casadevall iba a competir, lo que sucedió con contadas excepciones. Sin embargo ha terminado siendo un montón de jugadores sin una idea común, errático y con un cúmulo considerable de dudas. Ahora mismo la única certeza es que con una actuación como la del domingo no le dará para ganar a muchos rivales, más bien a ninguno.

El equipo zaragozano ha llegado a la mitad del curso con un balance de seis victorias y diez derrotas, algo insuficiente para su capacidad, que le deja en tierra de nadie. Sin opciones para la Copa desde hace días y más cerca de los dos últimos que de los ocho primeros. Sin embargo, lo peor no son los números sino la sensación de fractura con la que ha terminado la primera vuelta. Algo no funciona en el equipo, como si se hubiera cansado de pelear, de llevarse palos pese al esfuerzo.

El domingo se produjo un detalle significativo. Después de cada una de las cinco victorias anteriores, Tomás Bellas se había encargado de subir a las redes sociales una foto del grupo celebrando el triunfo en el vestuario. «Lo dije el primer día, cada día que ganemos subiré una foto, así que podéis estar preparados para la siguiente», explicó el base a este diario el 16 de noviembre. Pero la sexta victoria no tuvo selfie conmemorativo. Y eso que suponía romper la peor racha de la temporada.

El Tecnyconta ha jugado mal o muy mal los últimos cuatro partidos. Hasta ese momento había tenido encuentros mejores y peores pero había conseguido hacerse fuerte en casa con cuatro victorias consecutivas, alguna de ellas de mérito como la conseguida ante la revelación Tenerife, y le faltaba dar un paso más fuera, la canción de todas las temporadas. Sin olvidar además el mes de lesiones que afectó especialmente al perímetro, el rumbo parecía el adecuado sin que todo ese trabajo se reflejara en los resultados. Estuvo a punto de ganar en Vitoria, pudo haber hecho algo más en Sevilla y en Gran Canaria, le pasó lo de siempre en Badalona.

La derrota en el Olímpico pareció ser la gota que colmó el vaso porque a partir de entonces el equipo no ha vuelto a ser el mismo. Ni contra el Barcelona, derrotado antes de salir, ni en Madrid ante el Estudiantes, apático, ni frente al Manresa, perdido pese a las facilidades que le ofreció el colista. Solo ha conseguido una victoria en los últimos cuatro partidos, contra el colista y después de necesitar una prórroga tras dilapidar 15 puntos de ventaja en el último cuarto.

Su posición en la tabla no es dramática, pero su juego de las últimas semanas no invita al optimismo. El Tecnyconta de los tres primeros meses de competición ofrecía la tranquilidad de que no iba a tener que preocuparse de mirar hacia abajo. El del último mes solo deja dudas y la inquietud de lo que le puede suceder a esta plantilla si continúa por este rumbo equivocado.