Uno de los episodios más tristes de la vida de Quini tuvo lugar en Zaragoza. Siendo todavía jugador del Barcelona, el delantero gijonés sufrió un secuestro al término de un partido en el Camp Nou y duró 25 días en un zulo de la calle Jerónimo Vicens de la capital aragonesa. Allí fue retenido y allí fue liberado por la policía el 25 de marzo de 1981.

El desenlace del calvario de Quini, iniciado el 1 de marzo, se produjo el 25. Los secuestradores habían pedido 100 millones de pesetas como rescate que debían ser depositados en una cuenta bancaria en Suiza, con la excusa de que el Barça tuviese que cobrar una cantidad de la firma suiza Omega en la cuenta bancaria proporcionada por los captores. Nicolau Casaus, directivo azulgrana, se trasladó a Ginebra para supervisar la operación.

La cooperación de las policías española y suiza permitió levantar el tradicional secreto bancario suizo y se descubrió al titular de la cuenta, Víctor Manuel Díaz Esteban, un electricista de 26 años que no tardó en llegar a Suiza. Cuando retiró un millón de pesetas fue inmediatamente identificado. Se investigó dónde se alojaba y se siguieron sus pasos, y fue capturado de camino al aeropuerto para coger un avión hacia París. Se obtuvo la confesión del lugar donde estaba recluido Quini: un zulo en un taller mecánico situado en la calle Jerónimo Vicens de Zaragoza. A las diez de la noche, la policía entró en el local y liberó al futbolista.