Si la Masía del Barça es algo así como la fábrica de los sueños futbolísticos, donde nacen y crecen grandes figuras del balón, la cantera del Villarreal es la otra gran perla española que trabaja con gusto por el buen fútbol. Organizado y jerarquizado desde la base, la esencia del Submarino reside en inculcar una identidad propia en su forma de juego y en apostar por jóvenes promesas a las que ir puliendo poco a poco. Y en esa fase de afinación se encuentran Manu Morlanes, Matías Rodríguez y su hermano Bruno, tres exzaragocistas que el pasado verano dejaron la Ciudad Deportiva para vivir una experiencia que, según dicen, está siendo "muy positiva".

Comen con los jugadores del primer equipo en las instalaciones del club --"eso es algo increíble", señalan--, hacen piña en la residencia, estudian al tiempo que tienen en el fútbol su mayor estímulo y sueñan, evidentemente, con triunfar algún día. "Trato de aprender día a día. No descarto la posibilidad de regresar al Zaragoza, porque es un club que me ha dado mucho, pero mi mentalidad está puesta al 100% en el Villarreal y me encantaría jugar algún día en el primer equipo", explica Morlanes, mediapunta del Infantil A. A sus 13 años, el aragonés vio en la oferta del Villarreal "una oportunidad que no podía desperdiciar" y optó por cambiar de aires. "Me quedé tan impresionado de cómo era todo aquello que, aunque estaba muy bien en el Zaragoza, me gustó el hecho de vivir algo nuevo", dice.

Los tres son menores de edad, pero su madurez es avanzada. Y el vivir ajenos a sus padres les ha hecho valorar cosas que antes no tenían en cuenta. "Acá no vale el 'dame' o el 'hazme', sino que tienes que resolver tus problemas solo", cuenta el uruguayo Matías Rodríguez, jugador del Juvenil B que, esta temporada, ya ha entrenado varias veces con el División de Honor del Roda. "No me puedo quejar de cómo me van las cosas. He sabido dejar las puertas abiertas y, aunque el fútbol no se puede predecir, sería falso si no reconociera que quiero ser futbolista", señala el joven de 16 años.

Un trato familiar

Junto a él, su hermano Bruno, tres años menor, está viviendo la misma experiencia (milita en el Infantil A) y asegura que todo es "muy diferente" respecto al Zaragoza. "Si comparas ambas canteras y su forma de trabajar, el cambio se nota. Me gusta la profesionalidad y el trato familiar que nos dan aquí", añade.

En esta etapa de responsabilidad, convivencia y formación, los tres desean llegar "lo más lejos posible" en el mundo del fútbol. De momento, ya forman parte de una de las canteras con más oficio de España. Porque no todo el mundo puede decir que viaja a bordo del Submarino.