Con 27 años, Aarón Ñíguez puede considerarse todo un trotamundos en el fútbol tras formarse en la cantera del Valencia y debutar con el equipo de Mestalla en Copa ante el Portuense y en Champions frente a la Roma. De aquello han pasado más de 10 años. «He dado muchas vueltas. La primera cesión fue Xerez, luego Grecia (Iraklis), Glasgow, Celta y Recre. Después, el Almería, una vez rescindo con el Valencia, el Elche, con el ascenso y después el descenso administrativo, la aventura en Braga y ahora el Tenerife», relata. Allí, en la isla, recupera protagonismo y minutos, para ser ahora, desde la banda izquierda y con libertad de movimientos en la mediapunta, uno de los futbolistas más en forma del conjunto tinerfeño.

Claro que esa estación isleña pudo ser otra en verano. Tras irse del Sporting de Braga, esperó destino todo el verano, con la idea de jugar en Primera, pero abierto a alguna opción buena de Segunda. «Con el Zaragoza hubo contactos porque estaba Luis Milla, que me había tenido en las categorías inferiores de la selección y en el Valencia juvenil. Tengo una muy buena relación con él. Hablamos varias veces de la posibilidad, pero después había que dar otros pasos y nunca que yo sepa hubo una oferta formal ni una negociación». Aarón esperó al 30 de agosto y firmó un año por el Tenerife.

Fue, hace diez años, uno de los jugadores con más proyección del fútbol español. Campeón de Europa con la sub-19 en el 2007 y jugó en el Mundial sub-20 en el 2009 en Egipto. En aquella selección era titular en un equipo donde estaban Jordi Alba, De Gea, Ander Herrera, Laguardia, Azpilicueta, Asenjo, Parejo, Ignacio Camacho o Fran Mérida. Algunos han llegado más lejos que otros. «En esas categorías ya todos tienen un nivel, pero en el fútbol hay muchos elementos más. Fran Mérida también tuvo su bache. La calidad la teníamos todos, pero la fortuna y las circunstancias deciden e influyen mucho».

En el caso de Ñíguez le costó mucho su «primera salida a nivel profesional, en Xerez» y en el Celta «al romperme el cruzado cuando ya estaba en la sub-21, me supuso un parón. Tuve que volver a demostrar cosas, a empezar de cero». El caso es que al delantero del Tenerife, que apuntaba tan alto, le ha superado su hermano, Saúl, que triunfa en el Atlético.

«No despuntó tanto en categorías inferiores como fue mi caso. No estaba tan en boca de todos, pero es un referente con un Atlético de los mejores de la historia y siendo importante en la selección. Lo veo muy maduro y asentado, pero todavía le queda por dar mucho», dice sobre su hermano, el tercero de una saga que inauguró Jony, ahora en el Alcoyano, cinco años mayor que Aarón y nueve más que Saúl. «Claro que le hemos aconsejado. Y, sobre todo, lo hicimos acostumbrarse en casa a jugar con chicos mayores que él. Intentamos ayudarle en sus experiencias para que, cuando le lleguen los momentos duros, logre saber digerirlos mejor. Ojalá siga mucho a ese nivel».

La casa del fútbol

Tanto fútbol en la casa de los Ñíguez tiene una explicación clara. «Mi padre (José Antonio, Boria) jugó en el Elche y en casa siempre estaba el fútbol presente». Boria hizo la mayor parte de su carrera en el Elche, pero también militó en el Sabadell, el Figueres y el Cartagena, aunque «por esas casualidades de la vida él vivió el penúltimo ascenso con el Elche (83-84) a Primera y el siguiente lo logré yo hace 4 años (12-13)».

Arrancó Aarón Ñíguez con poca gasolina la temporada, porque «estuve hasta el final del mercado sin equipo y me costó coger la forma», explica. Ahora, colecciona 16 partidos, ocho de ellos de titular, la mayoría en las últimas semanas, donde su ascendencia y su protagonismo en el ataque han aumentado. «El Zaragoza es un histórico, que merece estar en Primera, con una afición exigente, que desea ver a su equipo arriba y eso pasa factura. Hay que saber llevarlo», dice sobre su rival de hoy. Si de algo sabe Ñíguez es del peso de diferentes camisetas en el fútbol...