La plantila del Real Zaragoza lleva desembarcando en Normandía desde la pretemporada. No hay jugador que por causa mayor o menor haya evitado la enfermería, con los doctores ejerciendo de abnegados médicos de campaña. Ha sido, por momentos, una auténtica sangría de porteros, defensas, mediocampistas y delanteros. En Valladolid fueron abatidos Mario, Basha y por primera vez de forma grave Borja Bastón, el tipo a quien las balas respetan como a todo héroe que se aprecie. Pero el goleador también es humano y su baja ha dejado al equipo más herido aún a las puertas del playoff.

De la lista de ausencias por problemas físicos no se ha librado casi nadie. Fibras y huesos se han quebrado por la propia naturaleza de futbolistas frágiles; por un conjunto reducido a la mínima expresión de efectivos, por los sobreesfuerzos de los más fuertes. Una puerta rotatoria que no para de girar: cuando entra uno salen dos o viceversa. Los cirujanos también han tenido trabajo.

De las resonancias delatoras, las recuperaciones y las puestas a punto se ha librado uno solo de los actores principales, Albert Dorca. El de Olot lo ha jugado todo, de arriba a abajo, 37 partidos de Liga con 3330 minutos a sus espaldas más los 45 en los que tomó parte en la eliminatoria de Copa contra el Albacete. Solo se ha perdido la primera cita del campeonato por su tardía contratación y otras dos por acumulación de amonestaciones. Su fortaleza merece un estudio aparte: venía de disputar 41 encuentros con el Murcia antes de fichar por el club aragonés, y un repaso a su historial descubre a un profesional de la resistencia.

El gerundense ha sufrido altibajos a lo largo del curso. Lógico. Se dejó ver con potencia y brillo en el despegue del torneo. Enérgico, omnipresente y cuidadoso en el trato con el balón. Un todoterreno fino, muy atento a la cobertura de centrales y laterales, sin asumir riesgos en el pase. Se le recuerdan asistencias memorables a larga distancia y una, las más reciente, a Rico en Montilivi. La erosión de sus compañeros y su derroche le atraparon durante un periodo en las sombras de un campeonato devastador para piernas y cabeza. En esa etapa de claroscuros afrontó con entereza y dolor íntimo la lesión más grave para un ser humano, la pérdida de su madre. Con el corazón roto no dejó de jugar.

Dorca es el cuarto mejor pasador de Segunda con un 80% de eficacia en esa función de apagafuegos, de especialista en resolver problemas o simplificarlos. Ruiz de Galarreta, Lolo, Basha, Diogo, Insa, Gil y Tierno han estado bajo su tutela, protegidos y acompañados por Ironman, un futbolista que ha recuperado el tono justo a tiempo para servir al Real Zaragoza en esa promoción de ascenso que se aproxima como la gran batalla.