Era (y es) delantero centro. Pero en el Barça, tras una larga travesía sentado en el banquillo (en el 48% de los partidos ni se ha despojado del chándal de suplente), brilla más pegado a la banda que de puro nueve. Así es la curiosa vida de Paco Alcácer, un delantero fichado el pasado verano después de que otros (Gameiro y Vietto, por ejemplo) se negaran a venir. Él, en cambio, aceptó dejar el brazalete de capitán en Mestalla (con 22 años era el más precoz de Primera División) y hacer las maletas rumbo a Barcelona (30 millones costó el traspaso) sabiendo desde el primer instante que le aguardaba un oscuro futuro: vivir bajo la sombra del tridente (Messi, Neymar y Suárez), ese que juega todos los minutos y no descansa casi nunca.

Ahora, apunta a jugar en el Bernabéu y en banda, porque el Barça apura por Neymar, pero no parece que vaya a tener éxito. Presentó el recurso al Tribunal del Arbitraje del Deporte (TAD) por la sanción de tres partidos. El club azulgrana está exprimiendo todas las vías legales para contar con la estrella brasileña en el clásico. Estaba sancionado por esos tres encuentros y ya cumplió uno ante la Real Sociedad.

El recurso se llevó a cabo dentro del plazo de 15 días hábiles que determina la normativa en estos casos. El club catalán dispone de ese plazo que se inicia en el momento que recibe el dictamen del recurso del Comité de Apelación que se hizo público el jueves. En esa reunión, el Comité de Apelación de la RFEF desestimó el recurso interpuesto por el Barcelona contra la sanción que le fue impuesta en el partido del 8 de abril contra el Málaga por aplaudir al cuarto árbitro tras ser expulsado. Tras ese encuentro Neymar fue sancionado por Competición con tres partidos: uno por la expulsión por doble amonestación y dos más porque se «dirigió al cuarto árbitro aplaudiéndole».

MALA ÉPOCA / Así, que salvo sorpresa, los focos apuntan a Alcácer, que llegó y no jugó casi nada de agosto a diciembre, teniendo el honor de agotar, eso sí, los 90 minutos de dos encuentros: la eliminatoria copera con el Hércules. «Deberíais dejar en paz a Alcácer», gritó Luis Enrique a los periodistas cuando el debate sobre la utilidad de su fichaje se instaló de forma definitiva.

Pero se lesionó Rafinha en Granada y entonces Luis Enrique se inventó el extremo Alcácer. Jugó en el Nuevo Los Cármenes llenando la banda derecha y dejando, al fin, su primer impacto con la camiseta azulgrana. Un gol valioso, el 1-2. Desde entonces, han dejado en paz a Alcácer, quien no solo disfrutó de su primer gran partido como extremo sino que tuvo otro momento de felicidad al ejercer de extremo izquierdo en Málaga. El valenciano, a no ser que Luis Enrique diga lo contrario, ya se ve cabalgando por la banda del Bernabéu.