Cuando un inglés escucha hablar de soccer cierra los ojos y respira hondo. No quiere exteriorizar lo que realmente piensa. Es por ello que se limita a aseverar que fue la cultura anglosajona la que moldeó este deporte bajo el nombre de foot ball. Consideran que el resto es una falsa imitación de su producto.

Cuando Álex Sánchez bajaba corriendo por las escaleras para salir al recreo solo pensaba en fútbol. Sin historias. En dar patadas al balón en esos descansos de quince minutos que se presumían eternos, pero que terminaban por evaporarse entre goles y pantalones de chándal rasgados por las rodillas. Eran los tiempos de la niñez. De sueños esféricos en el colegio El Salvador. Lo hacía junto a Ander, su amigo y actual futbolista del Manchester United. «Ander y yo organizábamos torneos entre clases de Jesuitas y los acabábamos ganando. Teníamos buena conexión. En el Zaragoza teníamos una jugada clásica; él me asistía y yo marcaba. Como hacíamos en el cole», comenta Álex Sánchez.

Estos dos muchachos acabaron jugando juntos en la Ciudad Deportiva bajo la zamarra blanquiazul. Eran dos exponentes de aquel bloque que se alzó con el Campeonato de España cadete. Peldaño a peldaño, Álex se ganó una oportunidad con el primer equipo zaragocista, cuando era un muchacho que goleaba en el filial. «Vestir la camiseta del Real Zaragoza ha sido una maravilla. Siempre te queda la pena de no haber triunfado. Yo recuerdo toparme con un gigante...». Álex habla sobre Dudu Aouate, exguardameta del Mallorca y el verdugo su ilusión. Fue en una calurosa tarde en Son Moix. «Siempre me preguntaré qué pudo haber pasado si hubiera metido aquel mano a mano que tuve. Aouate hizo una gran parada a mi disparo. Recuerdo ese momento con pena».

Del Zaragoza al ‘rival’

La pena suele ser un elemento pasajero en la vida. Siempre quedan enquistados pequeños residuos de antiguos llantos, pero la vida -y el fútbol- siempre sigue. Y Álex no se detuvo. Continuó dando pataletas. Se negó a creer que este deporte solo podía ser cruel por aquellas personas que se empeñan en intoxicar este modo de vida. Fue en Tudela donde encontró el sol y el billete para sonreír.

«En el Tudelano me querían, algo que no todos pueden decir. Disfruté muchísimo porque volví a sentirme realizado. Además, me permitieron dar el salto a Segunda tras firmar con Osasuna». Se marchó al gran rival. Ese equipo con el que entraba en éxtasis cuando le marcaba en las categorías inferiores zaragocistas. Pero no se trató de una tradición, más bien fue ley de vida. «Salí muy dolido de Zaragoza por las formas que emplearon conmigo. Mis amigos no querían que les regalase la camiseta de Osasuna con mi nombre, cosas de la rivalidad. Pero para mí fue bonito jugar en Segunda. Pero las lesiones me lo complicaron todo...», comenta.

Pelotazo tras pelotazo, Álex derribó su pasado para construirse un presente en Australia, bajo el escudo del Sidney Olympic. Álex rompió con su realidad. Pasó de la cercanía y de la bonita simplicidad de Tudela a la centelleante inmensidad de una metrópoli como Sydney; una dimensión diferente. «Necesitaba cambiar de aires. Tenía claro que quería viajar, vivir otras culturas y seguir disfrutando de este deporte. Está siendo como irme de erasmus», comenta el zaragozano. Ahí el fútbol no es football, es soccer. Un término que nace en Inglaterra en 1875 por una simple moda. Por una costumbre juvenil de añadir la terminación ‘er’ a las palabras. Es por ello que Association, como muchas veces se conocía este deporte, pasó a ser Asoccer. Australia ya tenía otro deporte similar al rugby denominado fútbol australiano.

Un nuevo fútbol

La llegada de inmigrantes europeos a Australia tras el final de la Segunda Guerra Mundial implantó la semilla balompédica en suelo virgen. Cada colonia fundaba su club. Así nació el Sydney Olympic, fundado en 1954 por inmigrantes griegos. «Los colores de mi equipo son el blanquiazul por la bandera griega. Los inmigrantes helenos lo hicieron así y es la herencia que tenemos. Además, nuestro presidente es de origen griego y tenemos varios jugadores griegos. Es una muestra de los orígenes de Australia».

Pese a la ilusión desbordante, los primeros días no fueron nada sencillos. El inglés australiano tiene un acento rudo. No apto para todos los oídos. «Al principio no entendía absolutamente nada, a veces sonreía y asentía a lo que me decían. Afortunadamente ahora capto todo y me desenvuelvo con mucha soltura». También tuvo algún problema con el poderoso impacto del sol sobre la playa: «Me di un paseo y acabé abrasado. Aprendí a ponerme crema». Álex comenzará a disfrutar bajo el soccer mientras prepara la tesis del máster de la Unión Europea de Derecho. «Cuando acabe mi carrera de futbolista me dedicaré al Derecho. Ahora quiero disfrutar de mi carrera, me encantaría terminar jugando en Asia. De pequeño tenía dos sueños: ser futbolista y viajar. Me siento afortunado porque lo estoy consiguiendo», relata Álex Sánchez.